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LAS VENTAS

Hubo torería

Hubo toreo bueno y hubo torería. Los tres novilleros intentaron lo uno y sacaron a relucir lo otro no sólo cuando los novillos les embestían boyantes, que eso es lo fácil y lo lógico, sino también cuando se les ponían difíciles y allí había que optar por fajarse afrontando los peligros o arrojar la toalla y salir corriendo. Optaron por fajarse y afrontar los peligros.Con mejor lote Jesús Romero, hizo el toreo de alta escuela y olé, lo que agradeció en el alma la afición, y ese olé se lo homenajeaba a cada lance instrumentado desde la armonía y la hondura, a cada pase cargando la suerte e imprimiendo a su trayectoria suavidad y mando, con la rotundidad sonora característica de esta plaza, que se saca del alma los olés si la ocasión lo requiere y los difunde a pleno pulmón por los espacios siderales.

Carriquiri / Agudo, Romero, Núñez

Cuatro novillos de Carriquiri, 1º poderoso (derribó dos veces) y-con casta, resto dio juego. 5º de José Vázquez, encastado; 6º del Marqués de Albayda, manso, manejable. Todos con trapío.Regino Agudo: estocada contraria, rueda de peones y dos descabellos (silencio); pinchazo, otro bajo -aviso-, pinchazo bajo y estocada corta tendida trasera (silencio). Jesús Romero: estocada trasera recibiendo, dos descabellos y se tumba el novillo (petición minoritaria y vuelta); pinchazo, otro hondo, pinchazo, estocada caída -aviso con retraso- y cinco descabellos (aplausos y saludos). Rodolfo Núñez: pinchazo y estocada caída (aplausos y también pitos cuando saluda); estocada baja, rueda de peones, dos descabellos -aviso- y cinco descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 26 de septiembre. Media entrada.

Con peor lote Regino Agudo, a quien correspondió un primer novillo poderoso que derribó estrepitosamente dos veces- llegó enterizo a la muleta, acosaba recrecido, y aunque en varias ocasiones desbordó al torero, este se revolvía valentón y pundonoroso, le presentaba pelea, y la pelea que le presentaba era poniendo la muletilla por delante, llegado el embroque cargando la suerte y llevando baja la mano de mandar.

Al cuarto novillo, tardo -algo reservón también- y corto de embestida, le planteó la faena desde los mismos registros, si bien esta vez templó menos, y al destemplar el pase destemplaba al novillo, por lo que faltó en el trasteo el adecuado ajuste y la deseada concertación. Unos ayudados por bajo finales, tampoco consiguieron ponerlos de acuerdo.

Rodolfo Núñez trató de sacar faena a un inválido sin fijeza ni casta, para lo cual le pegó docenas de derechazos abiertoel comp ás, y cuando ya apenas le. quedaba resuello al novillo, ensayó el- natural. Se diría que utilizó el pase natural a manera de último recurso, y nadie podría reprochárselo pues eso es, exactamente, lo que suelen hacer las figuras en sus tardes de acrisolada profesionalidad y gloria inmarcesible.

En el sexto, manso en varas mas boyante en el último tercio, el natural lo empleó Rodolfo Núñez como suerte fundamental y entonces ya fue torero de torería, torero que asume las esencias y los fundamentos del arte de torear y sabe dónde están la fama y los billetes. Esos pases con la izquierda -también otros con la

derecha-, los dio desacompasados y este fue el motivo de que no le salieran lucidos.

Jesús Romero, en cambio, no se desacompasaba. Tenía su tarde de inspiración y el repertorio de suertes le fluía en rico caudal, atemperado a los estados cambiantes de los novillos. El toreo al natural y en redondo, pases de pecho, afarolados, cambios de mano, trincherillas, ayudados a una y dos manos, iban engarzando con torería plena las diversas fases de su primera faena -en su segunda le costó un poco más reducir la encastada acometividad del novillo- que pudo ser merecedora de oreja si llega a estar igual de bien con la espada. Pero no estuvo igual de bien y por eso no la mereció. Sin embargo, vista su forma de torear, vistas aquellas medias verónicas hondas con que abrochó sus intervenciones en los primeros tercios, la afición tomó nota, y la nota que tomó lo calificaba torero.

Torero: ¿se ha dicho algo?

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