Los acusados deberán estar todos los días en la sala de vistas
Los magistrados Francisco Castro Meije, Ángela Murillo y Fernando García Nicolás decidieron ayer que todos los inculpados en el macroproceso estén presentes en la sala durante todas las sesiones del juicio, oponiéndose a la pretensión manifestada el pasado lunes por los defensores respecto a que sus clientes pudieran no acudir a las sesiones en las que previsiblemente no se hablara de ellos.La decisión del tribunal ha frustrado así lo que podía haber sido un precedente judicial para otros casos similares de larga duración, como el del incendio de la discoteca madrileña Alcalá 20, de próxima celebración.
El tribunal, no obstante, indicó que cuando los encausados tengan algún motivo justificado podrán pedir permiso para ausentarse de la sala y que, a la vista de sus explicaciones, resolverá si accede o no a su solicitud. La mayoría de los letrados acataron, sin compartirla, la resolución y varios abogados aseguraron que - sus clientes viven de su trabajo y - que la permanencia forzosa en la sala de vistas, durante varios meses, les acarreará graves perjuicios económicos.
Los magistrados aceptaron que el arrepentido Portabales declare fraccionadamente, y no de seguido, sobre los hechos delictivos que imputa el fiscal a cada uno de los procesados. El acuerdo fue contestado por 33 de los defensores, que exigieron su derecho a interrogar al arrepentido Ricardo Portabales Rodríguez en último lugar en todo aquello que afecte a sus patrocinados.
"Trato vejatorio"
Varios de los letrados aprovecharon también el turno en el uso de la palabra para denunciar el "trato vejatorio" que están padeciendo sus clientes y exigieron más dignidad en el régimen a que están sometidos. "Nuestros defendidos están esposados a la hora de comer y sólo les dan un bocadillo durante todo el día a personas que tienen que estar a disposición del tribunal desde las nueve de la mañana hasta las 12 de la noche", dijo uno de ellos.Los defensores también se quejaron del trato que se dispensa a los presuntos narcos en los traslados desde la cárcel hasta el pabellón de la Casa de Campo. Ayer entraron en la sala de juicio esposados en parejas, mientras un policía tiraba de ellos. Antes de que entrase el tribunal, las dos primera filas del banquillo de los acusados, donde se sientan los principales inculpados, rieron de buena gana las ocurrencias del supuesto capo Laureano Oubiña.
Esta actitud contrastaba con el rostro grave y circunspecto de Antonio - Cebollero Campos, uno de los tres arrepentidos que actúan como testigos de cargo, sentado inmediatamente detrás del grupo.
Las Madres Contra la Droga venidas de Galicia ocuparon la totalidad de los bancos reservados al público. La policía tuvo que proteger a la mujer de Oubiña, Esther Lago, a la salida del juicio para evitar que fuera agredida por el citado colectivo de mujeres. Madres Contra la Droga insultaron repetidas veces a Lago.
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