El mundo de Murdoch
El magnate de la comunicación amplía de forma implacable su imperio global
Sólo dos años después de que estuviera a punto de ser enterrado bajo una montaña de deudas, Rupert Murdoch, australiano, de 62 años, está ampliando su imperio mundial más rápida e implacablemente que nunca. Para empezar, pagó 525 millones de dólares (cerca de 63.000 millones de pesetas) en julio por una participación del 63,6% en Star TV, con sede en Hong Kong, que tiene una audiencia potencial, de 3.000 millones desde Tokio hasta Tel Aviv. Este mes, Murdoch amplió de seis a 14 canales la British Sky Broadcasting (BSkyB), de la que es propietario en un 50%, y llegó a un acuerdo para adquirir Delphi Internet Service , una red informática con sede en Massachusetts cuya puerta al sistema mundial internet le permitirá llegar a 20 millones de usuarios de ordenadores.A pesar de ser importantes, estos pactos apenas dan una idea del alcance definitivo de la última ofensiva de Murdoch: llegar a toda la Tierra con su superautopista digital. Para impulsar su penetración en el mercado, el barón de los medios de comunicación está desarrollando un sistema digital de condensación de datos, gracias al cual los satélites podrán emitir 180 canales, con lo que en casi todo el mundo podrá verse de todo, desde informativos y deportes hasta series de la Fox como Los Simpsons y Beverly Hills 90210.
Visión napoleónica
Como colofón a estas visiones napoleónicas, Murdoch y Brittish Telecommunications, que dirige la compañía telefónica más importante del Reino Unido, están estableciendo enlaces interactivos que permitirán a los telespectadores ver películas y otras formas de ocio e información a la carta. "La posición global de Murdoch es ahora mejor que la de ningún otro", dice John Reidy, de la sociedad de inversiones Smith, Barney, de Nueva York. "Tiene muchas piezas del rompecabezas, pero no sabemos cómo va a acabar".El magnate de origen australiano y sus socios se enfrentan con gigantes como Time Warner, AT&T y la empresa de cable Viacom International, que se han apresurado a construir sus propios sistemas interactivos. Al mismo tiempo, los pactos con Star TV y BSkyB permiten a Murdoch franquear el mundo de la televisión. Cuando se le pregunta si tiene intención de crear una red de televisión global, Murdoch replica: "Por supuesto".
Una red así, y las cadenas afiliadas, darían salida en todo el mundo a las series de la Fox Broadcasting de Murdoch y a sus películas de la 20th Century Fox, que incluyen un archivo de más de 2.000 títulos, que van desde Eva al desnudo y Los caballeros las prefieren rubias hasta la trilogía de La guerra de las galaxias y Sólo en casa. El sistema satélite también ayudará a Murdoch, cuya cadena Fox pretende lanzar el año que viene un canal por cable llamado FX, a abrirse camino en la televisión por cable norteamericana, que él considera un mundo atrincherado, dominado por grupos como Tele-Communications Inc., con sede en Denver, y Time Warner, cuya división de revistas y libros edita la revista Time. Podrá ofrecer a esas empresas espacios en Star TV o BSkyB, por ejemplo, y éstas, transmitir su nuevo canal de televisión a cambio. "Así es como vive este mundo", dice Murdoch. "Los grandes que tienen acceso a 2, 3, 4, 8 millones de hogares usan su influencia para combatirse unos a otros".
A Murdoch, que construyó su imperio News Corporation a base de publicaciones sensacionalistas, le sigue encantando utilizar su poder y mover las cosas. A principios de este mes, en el Reino Unido, sus adversarios calificaban la rebaja en el precio de venta en quioscos del Times de Londres y el diario sensacionalista Sun de jugada carroñera para deshacerse de la competencia, algo que él niega.
En Nueva York, los empleados airados del Post amenazaban con cerrar el periódico, en quiebra, propiedad de Murdoch desde 1976 hasta 1988, y que volvió a salir otra vez el pasado abril como primer paso para volver a adquirirlo y rescatarlo de la ruina. Cuando se inició la década de los noventa, las que parecían atravesar momentos difíciles eran las propias empresas de Murdoch. Tras un rosario de adquisiciones que van desde cadenas de televisión e imprentas hasta la revista TV Guide, News Corporation se encontró con deudas de alto interés, por valor de 9.500 millones de dólares (unos 114.000 millones. de pesetas). Esa carga, combinada con la recesión a escala mundial, significó para la empresa unas pérdidas de 308 millones de dólares (3.700 millones de pesetas) en 1991.
Para aligerar la deuda, Murdoch vendió acciones por un valor de 1.200 millones de dólares y se deshizo de patrimonio, como el Daily Reacting Form, Seventeen y la revista New York. Estas medidas no libraron a News Corporation de unos pagarés por valor de 7,5 millones de dólares, pero sí contribuyeron a que el grupo registrara en su último ejercicio fiscal unos beneficios de 605,2 millones de dólares, con unos ingresos de 7.480 millones de dólares.
Tan pronto como Murdoch aligeró su deuda se puso de nuevo en marcha. La adquisición de Star TV, que puede alcanzar a una audiencia en Asia de 13 millones de personas, le da la posibilidad de llegar a los hogares de dos tercios de la humanidad a través de su satélite. Para financiar la adquisición, Murdoch pretende vender su participación del 50% en el South China Morning Post de Hong Kong, uno de los periódicos más rentables del mundo.
Donde más prisa se está dando Murdoch es en Europa, en la que la expansión de la BSkyB es parte de una serie de nuevas aventuras. Además, Murdoch está aunando fuerzas con la emisora alemana PRO 7 para ofrecer y dirigir canales por satélite, con una audiencia potencial de 100 millones de personas en Alemania, Austria y Suiza. El poder en expansión de Murdoch ha hecho saltar las alarmas políticas. En el Reino Unido, donde, además de su participación en la televisión, Murdoch controla un tercio de la tirada de los diarios nacionales del país, sus adversarios se quejan de que su voz amenaza con ahogar todas las demás. "No es bueno para la democracia y no es bueno para la competencia", dice Robin Cook, portavoz del Partido Laborista.
Pero en los países no democrática de Asia, algunos expertos llegan a la conclusión opuesta acerca de la adquisición de Star TV. "Esto tiene importantes implicaciones políticas, sociales y culturales", dice Anne Thompson, analista de medios de comunicación de Mees Pierson Securities, en Hong Kong. "Los Gobiernos represivos no pueden controlar la información, no pueden controlar lo que la gente ve".
De momento, Murdoch pretende apartarse del juego de la adquisición durante un tiempo. "No veo por ahí ninguna compañía que me interese comprar. De verdad que no estamos en negociaciones".
Copyright, Time,1993.
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