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"No he oído hablar de ellos"

Los preservativos femeninos empiezan a comercializarse en España entre el escepticismo y el despiste

"Es que no tenemos esa marca" responde desconcertada la dependienta. Pedir los nuevos preservativos para mujeres, los femy, puestos a la venta esta semana en España, pilla por sorpresa todavía a muchos farmacéuticos. El despiste de las posibles usuarias es aún mayor. Pocas han oído hablar de ellos y no saben muy bien qué pensar, aunque opinan que cuantos más métodos de protección sexual haya para elegir, mejor.

"No tengo ni idea", responde Julia, una ayudante de realización de 31 años, cuando se le pregunta su opinión sobre los nuevos preservativos femeninos. "De entrada, no me parece mal, pero, para un método anticonceptivo que les concierne a ellos, siempre nos toca a nosotras", añade."Intento imaginarme cómo son, pero creo que pueden resultar un tanto extraños", comenta Ramón, un músico de 29 años. "No los conozco, pero prefiero otro tipo de métodos que no sean de barrera", comenta la joven que le acompaña.

Unos pocos establecimientos los tienen ya entre sus productos. "Ayer vendimos la única caja que habíamos pedido", explica el propietario de una farmacia de la calle Conde de Peñalver, de Madrid. "Hoy nos traerán unas cuantas más, pero es algo todavía demasiado nuevo para que la gente se interese por ello", añade. En algunas farmacias afirman no haber oído hablar de ellos todavía, mientras en otras no han tenido tiempo de encargarlos.

Cada caja de femy, el nombre con el que los ha bautizado la empresa británica que ha fabricado los primeros preservativos para mujeres, contiene tres unidades y cuesta 970 pesetas. A diferencia de los masculinos, de látex, están hechos de poliuretano, vienen lubricados y son de una longitud similar, aunque más anchos para que se adapten bien a la vagina.

No se necesita esperar a la erección del pene para utilizarlos, se colocan con la misma facilidad que un tampón y pueden usarse en cualquier momento del ciclo femenino, incluído el periodo menstrual, según afirma el folleto explicativo.

Escepticismo

Sin embargo, el escepticismo sobre las bondades del femy es total para algunas mujeres que lo han probado ya. Es el caso de Reme, una prostituta de la calle Montera de Madrid. "Anda, claro que los he usado", asegura rotunda. "Me enteré de que existían por una compañera y enseguida fui a comprar una caja. Pero no me han gustado nada, me parecen vastos e incómodos y, desde luego, el hombre lo nota", explica.Una compañera de acera, miembro de un colectivo para la rehabilitación de las mujeres prostitutas, afirma no conocerlo, aunque no cree que tenga demasiadas ventajas respecto a los preservativos masculinos. "Yo siempre uso condones y cuando el hombre no quiere, pues ahí se queda, porque el servicio lo he cobrado por adelantado", cuenta. "Aunque es verdad que puede ser útil para muchas compañeras, al depender la protección de la mujer", añade.

"Yo no creo que en España vayan a tener mucho éxito", afirma Beatriz Juliá, ginecóloga del Hospital Severo Ochoa de Madrid. "El principal problema es que para quedar bien sujetos deben cubrir parte de la vulva, lo que puede ocasionar una pérdida de sensibilidad y resultar antiestético para muchas personas, tanto hombres como mujeres", continúa Juliá.

"Eso sí, ofrecen una protección muy segura y garantizan que las mujeres no dependan del compañero para protegerse". El material del que están fabricados constituye también una alternativa para aquellas personas con problemas de alergia al látex y no tienen por qué provocar más rechazo que el que causa un tampón.

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