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Julio Iglesias se despide del Xacobeo cantando para 20.000 personas

El cantante dejará un año los escenarios

Xosé Hermida

Julio Iglesias se despidió ayer de su cargo honorífico de embajador del Xacobeo en el mundo con un concierto ante 20.000 personas en el auditorio del Monte do Gozo, en las afueras de Santiago de Compostela. "Soy gallego", proclamó el cantante, ante un público heterogéneo, entre el que no faltaban ni las monjas. La intensa lluvia que cayó sobre la capital gallega hasta minutos antes del concierto no impidió que los entusiastas de Iglesias llenaran un recinto cubierto de barro en algunas partes. El cielo se despejó justo a tiempo para el inicio de la actuación y el cantante pudo anunciar con una radiante sonrisa: "El apóstol Santiago está con nosotros".

Julio Iglesias ya había anunciado por la tarde que actuaría aunque cayesen "rayos, truenos y centellas". "Mientras la gente aguante, yo aguantaré también", aseguró. Pero el tiempo se portó bien.Dos enormes pelegrines -la mascota del Xacobeo- de unos seis metros de altura flanqueaban el auditorio del Monte do Gozo. Aunque todavía faltan cuatro meses para el final de 1993, el concierto, el único en Europa que ha ofrecido Iglesias, fue una especie de despedida anticipada.

El cantante cumplía de esta manera musical su último trámite como embajador especial del Año Santo compostelano, un título que recibió de la Xunta hace algo más de un año y que le comprometía a promocionar por todo el mundo las celebraciones del Año Santo Compostelano. A cambio, recibió algo más de 300 millones de pesetas.

Tras el concierto, Julio Iglesias tenía aún una apretada agenda: le esperaba una gran mariscada con el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y pocas horas después la ceremonia nupcial de su hija mayor Chabeli. "Voy a llegar a la boda rojo por todos los lados, porque me pienso poner hasta el cuello de nécoras con don Manuel", había anticipado Iglesias durante una conferencia de prensa que mantuvo a primera hora de la tarde en la sede del Xacobeo, acompañado del consejero de Relaciones Institucionales de la Xunta, Víctor Vázquez Portomeñe.

Durante el concierto, el cantante afincado en Miami, hijo de un médico de Orense, no cesó de proclamar a los cuatro vientos su origen gallego. Las lucecitas de los mecheros surgieron entre el público cuando Iglesias atacó las primeras estrofas de Un canto a Galicia, que muy pronto dejaron paso a un largo mix en el que el cantante iba variando la letra de algunos temas para insistir en el enorme amor que le une a la tierra de su padre.

Como habían hecho en las últimas semanas Bruce Springsteen y Prince, Iglesias logró llenar el auditorio de Monte do Gozo, ayudado por el módico precio de las entradas (establecido por la administración autónoma), a 1.000 pesetas cada una. Y algunas de las consignas que repitió entre el público parecían más propias del príncipe de Minneapolis.

"Cuando salgáis de aquí, vais a ir todos corriendo a hacer el amor", gritó Iglesias sin que se escandalizaran por ello los matrimonios de avanzada edad que ocupaban las gradas, junto a jovencitas quinceañeras, ni siquiera se inmutó una pareja de monjas visiblemente eufóricas con el espectáculo.

Gallego e inglés

Lo único que decepcionó a algunos de sus fans fue la proliferación de canciones en inglés. "Tiene que cantar en español, hombre", gritaban parte de sus seguidores. Ya en la rueda de prensa que concedió por la tarde, una rubia espontánea, vestida con un llamativo conjunto amarillo, se acercó sigilosamente a la estrella para susurrarle: "Julio, lo mejor de España".En su comparecencia ante los periodistas, Iglesias se presentó con gafas de sol, a pesar del día lluvioso, chaqueta azul marino, pantalón beis y zapatillas rojas sin calcetines. Para la actuación en el Monte do Gozo, optó por un más tradicional traje oscuro.

Tras su concierto en Santiago, el cantante no volverá a actuar en directo durante un año, ya que se dedicará intensamente a la preparación de un álbum con nuevas versiones de algunos de sus temas más conocidos. Según explicó ayer, la intención de este disco es corregir una trayectoria que él mismo definió como la de un "cantante malísimo".

"Hay cantantes que nacen naturalmente y otros que tenemos que aprender", insistió el Julio Iglesias entre las protestas de algunos periodistas, que se negaban a aceptar las propias afirmaciones de Iglesias sobre su calidad como artista.

A pesar de este alarde de humildad, el intérprete de La vida sigue igual está convencido de que ha logrado alcanzar la plenitud de su carrera con un disco que está a punto de salir al mercado. En el álbum colaboran Frank Sinatra, Sting, Dolly Parton y Art Garfunkel.

El cantante ha recibido además una oferta para protagonizar una película, pero aún no ha decidido si aceptará.

Iglesias aseguró que no le han afectado las críticas de algunos partidos políticos gallegos a su contrato con la Xunta "porque todo el mundo sabe que la oposición está para protestar". "Yo no soy tan rico como se cree la gente, aunque es cierto que tengo más de lo que necesito. Pero lo que me pagó la Xunta lo gasté en tres o cuatro días. Yo viajo siempre con 60 novias, que son todos los miembros de mi equipo, y a los que tengo que pagarles. El dinero que me ha dado la Xunta lo gasto cada vez que despega mi avión", manifestó Iglesias para zanjar la polémica.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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