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Un director ante a la abstracción y la libertad

"Yo soy de naturaleza pesimista, un fatalista optimista, como decía Camus, pero cuando hago una película voy en busca de esperanza", afirmó el director de origen polaco, Krzysztof Kieslowsky, ayer en Venecia. Y en su búsqueda, tras El decálogo y La doble vida de Verónica se lanzó a una obra monumental: su tríptico Azul, Blanco y Rojo. Tres películas, tres colores que interrogan las ideas de la revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad."Yo quiero contar historias y temas universales", afirma Kieslowsky, "pero con trazos particulares que distingan un ser humano del otro. Hay un mundo interno, extremadamente rico, más interesante que el exterior. Cuando se mira a alguien de cerca no se sabe si es su mundo real o su imaginación, sus aspiraciones o sus impresiones. Siento la vida como una abstracción; no sé donde está la frontera entre lo real y lo imaginario; la vida unas veces no tiene sentido, otras es maravillosa".

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"El hombre", considera Kieslowsky, "siempre busca la libertad pero nunca la alcanza. Cada día nos levantamos, nos enfrentamos a la realidad y ésto es una agresión a nuestras ilusiones. Creo que la libertad personal no existe; es más, a veces me pregunto, ¿libertad para qué?. Por ejemplo, como director, he tratado siempre de ser independiente pero al no poder serlo, la independencia se ha convertido en una finalidad a perseguir que sé que nunca alcanzaré".

La obra de Kieslowsky se desarrolló en una época en que la censura era evidente. "Hoy", dice, "la censura es más inteligente; el corazón de la misma va más allá de los funcionarios. Su esencia es lo que tememos decir cuando existe miedo de hablar, cuando tememos sus consecuencias exteriores y, en general, de descubrir nuestras debilidades". Y Kieslowsky ¿se esconde o se descubre en sus películas? A ésto responde: "Yo pongo la vida en el cine como la veo; pero creo que me descubro a mí mismo y me escondo al público; lo que me importa en una película es, sin embargo, el resultado y ante todo el público".

Y el director polaco, cuya vida ha estado presidida por los cambios y la adversidad, termina preguntándose: "¿Qué es lo más difícil para mí?: alcanzar la simplicidad en mi vida y en mis películas".

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