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Serbios y croatas aceptan el plan de paz de Ginebra, y los musulmanes lo rechazan

Un sí para los serbios, un sí condicional para los croatas y un no condicional para los musulmanes: tales son en resumen los resultados de las reuniones en las que las tres comunidades de la república de Bosnia-Herzegovina fijaron ayer su posición frente al plan de paz adoptado en Ginebra hace nueve días. El Parlamento bosnio y las asambleas de las autoproclamadas repúblicas serbia y croata de Bosnia-Herzegovina debatieron en sesiones tumultuosas el plan de repartición del Estado establecido en la ciudad suiza.

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La aprobación del plan por parte de las tres fuerzas contendientes antes de la reanudación, mañana, de la conferencia, había sido exigida por los dos mediadores internacionales, David-Owen (Comunidad Europea) y Thorvald Stoltenberg (Naciones Unidas). Queda por ver, sin embargo, si las decisiones de los parlamentarios modificarán realmente la situación sobre el terreno, ya que todas las fuerzas parecen decididas a determinar las realidades en los frentes.'Los primeros en anunciar su decisión fueron los croatas, reunidos en Grude. Expresaron serias reservas al plan y exigieron más negociaciones sobre aspectos territoriales y fronterizos del mismo, pero anunciaron la aceptación del texto si musulmanes y serbios hacían otro tanto. La Asamblea croata decidió asimismo por unanimidad, según manifestó su líder, Mate Boban, la proclamación oficial de la república croata de Bosnia-Herzegovina, elevando a la categoría de Estado la ambigua institución de la comunidad croata de Herzeg-Bosna creada hace un año. Tras los acuerdos de Ginebra, la dirección de la comunidad croata, dominada por los sectores radicales de la Herzegovina, no considera ya necesaria mantener la ficción de un apoyo a la existencia del Estado bosnio.

Por la noche se conoció el resultado de la sesión del Parlamento bosnio, integrado en su mayoría por musulmanes y que se reunía en Sarajevo. Aunque la conferencia de prensa prevista tras la reunión no se celebró, se supo que los reunidos se habían pronunciado a favor de un rechazo matizado, al decidir que el plan de paz de Ginebra no era aceptable tal como había sido redactado, pero que las negociaciones debían proseguir.

La reunión de Sarajevo era la de los auténticos perdedores de esta guerra, los musulmanes y también los serbios y los croatas leales al Estado multicultural y plurinacional ya liquidado oficialmente en Ginebra. Los pocos representantes serbios y croatas en este Parlamento lamentaron la suerte del Estado y se quejaron de paso amargamente de que la lógica étnica impuesta por serbios y croatas desde fuera por las armas haya cuajado también en la comunidad musulmana. Varios se quejaron de un creciente "nacionalismo islámico" en el seno de ésta, bajo la influencia de fuerzas radicales que han asumido la lógica de la guerra cultura, emprendida por los radicales serbios de Radovan Karadzic primero, y por los croatas herzegovinos de Mate Boban después.

La negativa al plan del Parlamento bosnio, sin embargo, no se debe tanto a un rechazo al principio mismo de la repartición étnica y a la destrucción de Bosnia-Herzegovina como Estado. La exigencia de nuevas negociaciones reponde más bien a un cuestionamiento de varios aspectos territoriales y prácticos para garantizar una viabilidad al Estado remanente bosnio.

El 'sí' de los serbios

La Asamblea de los serbios bosnios, reunida en Pale, fue la última en dar a conocer su decisión, en medio de la noche. Tras duras discusiones, aceptaron el plan de Ginebra. Radovan Karadzic, el líder serbio bosnio, aseguró al finalizar la reunión que "la decisión fue muy difícil de tomar, pero ganó la razón".Karadz¡c había pedido la aceptación del texto, que satisface, dijo, los principales objetivos por los que los reunidos en Pale comenzaron la guerra y el asedio contra Sarajevo y otras ciudades bosnias. La vicepresidenta de la Asamblea, Biljana Plavsic, había manifestado en este sentido que los territorios que los serbios cederán no suponen mucho a cambio de la consecución del Estado propio y la unión territorial con la Federación yugoslava (compuesta por Serbia y Montenegro), que garantiza que los serbios de Serbia, Croacia y Bosnia podrán en un futuro vivir unidos en un sólo Estado.

No obstante, también en Pale se manifestó una considerable oposición al plan, ya que algunas fuerzas creen que los serbios deberían continuar la guerra hasta conseguir todos y cada uno de los objetivos militares. Aquellos residentes en las áreas que se tendrán que ceder intentaron, lógicamente, oponerse a esta suerte.

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