La madre del viento
Cuando oigo hablar de las miles de toneladas de petróleo necesarias para el funcionamiento de las nuevas centrales eléctricas proyectadas, no dejo de admirarme. En una isla como Gran Canaria, donde el viento no sólo es constante, sino potente, me parece el colmo de los disparates hablar de energías, sin conectarlas inmediatamente al sol y al aire.En playa de Vargas, en la costa de Agüimes, existe un paraje denominado la Montaña del Infierno que fue clasificado hace años por unos científicos escandinavos como el punto más ventoso del archipiélago. Pues bien, ahí sigue pelada la Montaña del Infierno, madre de todos los vientos, cobijando junto a sus faldas a los surfistas más rubios, venidos con sus velas de cualquier punto del globo. Ellos sí lo saben, que el viento sopla fuerte y constante, mientras nosotros, sobre todo los ingenieros de las compañías eléctricas, sin enteramos.
Tendrá que venir un nuevo campeón mundial de windsurf, como Dunkerbeck, a descubrirnos lo que tenemos ante los ojos: una fuente de placer y de riqueza para la isla. No es una playa que recomiende para las señoras con niños y tortilla de papas. El mantel, la tortilla y hasta los niños pueden salir volando. Aparte de que le sobran a la costa unos cuantos cientos de hoyos causados por los buscadores de arena y bastantes millones de piedras, guijarros sueltos, que forman el suelo natural.
Unos cuantos molinos de viento en- lo alto del Infierno no estropearían más este paisaje inhóspito. Hasta le darían un cierto aire de ser angelitos revoloteando ante las puertas del averno para evitar que se pierdan en él los erráticos espíritus volanderos. Y allí que no se inventen lo de zona natural protegida para pájaros raros porque en esa playa no han parado nunca ni las gaviotas.-
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