Si fumas, no vengas
SIEMPRE HABRÁ argumentos para establecer diferentes criterios en las prioridades del gasto público, pero se necesitan razone s muy poderosas para admitir criterios que supongan vulnerar el principio de igualdad de los ciudadanos ante la enfermedad y la muerte. El caso del fumador inglés que ha fallecido por no haber sido operado a tiempo a causa de esa inclinación ha despertado tanta emoción porque no se trata de un caso inimaginable. Argumentos como los aducidos por el hospital británico han sido escuchados, bien que en términos siempre abstractos, entre nosotros. El ejemplo práctico ahora vivido demuestra que ciertas teorías descarnadas se vuelven abominables cuando se proyectan sobre personas concretas. La unanimidad en la repulsa constituye un aviso para ciertos tecnócratas: una cosa es evitar el despilfarro -por ejemplo, en medicinas contra síntomas menores- y otra aplicar el cálculo de probabilidades a la línea que separa la vida de la muerte.
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