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Una mulada

Antonio Lorca

Pereda / Capea, Espartaco, Ponce

Toros de José Luis Pereda, muy mansos, flojos, sosos y descastados. Niño de la Capea: casi entera y un descabello (ovación); media baja (oreja). Espartaco: dos pinchazos y estocada (silencio); media -aviso- (ovación). Enrique Ponce: dos pinchazos y tres descabellos (ovación); casi entera (ovación). Plaza de toros de Málaga, 20 de agosto. Octava de feria. Lleno.

"Esto es una mulada; así, no se puede triunfar", se lamentaba Espartaco, desesperado, tras matar al quinto mulo de la tarde. En términos parecidos -"con la ilusión que yo traía..."- se expresaba un decepcionado Enrique Ponce.Y sólo Niño de la Capea sonreía después de cortar una oreja al cuarto, un manso encastado, con el que estuvo valiente y lúcido.

Espartaco, Ponce y Capea... todo un cartel de figuras. También es casualidad que llegan las figuras y baja el nivel. Más que bajar, es que se cae. Se acabaron de un plumazo los toros astifinos y las bellas estampas de días precedentes. Espartaco estaba muy enfadado, y se supone que aún no habrá terminado la bronca a quienes le eligieron la corrida.

Era tarde de ilusiones de puerta grande. Pero todo fue al revés, por una mansada impresentable. Seis mulos, seis birrias de toros mandó el ganadero onubense José Luis Pereda. Pero los mandó porque se los compraron. Y se los compraron con el visto bueno de las figuras. Pues menos enfados y más seriedad a la hora de elegir.

Bien es cierto que las figuras se justifican -faltaría más- en el ruedo. El único que pudo lucirse fue Capea, que puso corazón y sapiencia taurina para domeñar la deslucida embestida del cuarto, un manso bendito porque, al menos, iba y venía a regañadientes, pero embebido en la docta muleta. Expuso el torero por ambos pitones, se adornó y consiguió un triunfo serio sólo fue reconocido en toda su dimensión por la reducida afición malagueña. Su primero fue un mulo que no pasó una sola vez.

Espartaco y Ponce lo intentaron de mil maneras, pero sólo aumentaron su desesperación y la decepción del público. Quisieron triunfar, pero la nefasta elección de veedores se lo impidieron. La corrida tuvo un aspecto positivo: fue breve.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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