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Permíteme que te diga

Los coloquios taurinos en Bilbao tienen historial, fuste y fundamenteo. Vamos, lo que se decía antes prosapia. Si se fijan y miran muy fijo, muy fijo, prosapia es palabra compuesta que habla de utilizar el verbo en buenas obras. En este caso, en discernir si el manejo de los trastos o trebejos por los espadas, es digno de ser considerado en su pinturería, gracia, donaire, profundidad o desmayo.Mismamente el año pasado en los coloquios del Club Cocherito se armó parda y borriquera sobre si además de desmayado el toreo de Ponce era profundo. ¡Dios, la que se armó!

Pero la historia de los coloquios taurinos en la capital de Vizcaya tiene un nombre, Manolo Vidal, y una lápida, Carlos de Rojas. Los dos iniciaron la costumbre de hablar hasta las tantas en un club de copas, el Bluesville, en el centro de Bilbao. Cuando Carlitos se fue al cielo a explicarle al Señor lo que era un caballo, Manolo se quedó tan triste que se fue allá abajo, por las marismas, donde el Guadalquivir le hace el amor al Atlántico.

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Los pioneros

Pioneros, lo que se dice pioneros, fueron los dos. Luego, un buen día, Facundo Álvarez, que pilotaba aviones con más arte que algunos matadores ponen banderillas, nos llamó a Antonio Petit Caro, a la sazón presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa; a Antonio de Rojo, a la sazón en presencia del Altísimo; y a un servidor, a la sazón escribiendo esta crónica. "Muchachos", nos dijo con determinación y desparpajo, "hay que hacer un coloquio de día, sin alcoholes de 40 grados. Con finos amontillados, prosapia y todo lo demás". Asentimos con la cabeza, porque los vascos somos gente de pocas palabras y porque Facundo era presidente del Club Cocherito.

Va ya para 16 años de la efemérides. Y si hay alguien de prosapia en el planeta de los toros que no haya estado alguna vez en esta tribuna, que levante el dedo. Ganaderos, ganaduros, matadores, toricidas, finos artistas en el arte de manejar la franela o el verbo, algunos truhanes, muy pocos pícaros, la mayor parte gente de bien. ¿Quién no ha pasado por esta tribuna amable del Cocherito, a echar su cuarto a espadas? Que levante el dedo.

Después, los coloquios han proliferado como las setas en octubre por las verdes campas de este edén. Hoteles como el Ercilla o el Indautxu, el Villa de Bilbao o el Carlton. Clubes como el Taurino. Pequeños establecimientos hoteleros como el Old Tavern, o el Astarloa. El caso es pegar la hebra con la excusa de media docena de muletazos.

Por lo cual, los toros, o sea, en Bilbao, no duran dos horas como en casi todos los sitios sitio todo el día. Y el día, aquí, como en todos los sitios donde están en fiestas, dura 18 horas por lo menos. Dense cuenta.

Eso sí. Todos los coloquios tienen el denominador común de la educación, las buenas formas y las finas maneras. "Permíteme que te diga". Y luego nos enviamos, con delicadeza exquisita, unos arreones de mucho cuidado.

Entre estas reuniones está la del jurado del trofeo. "al momento más redondo", que se ha celebrado recientemente para fijar los criterios de adjudicación en la presente feria.

El alcalde de Bilbao, José Ortuondo, entregó ayer este primer trofeo "al momento más redondo" de las corridas generales al matador de toros José Miguel Arroyo, Joselito, por los cinco emocionantes muletazos que dio la tarde de su gran triunfo en la edición de 1992.

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