Cuando llega la inspiración...
Osborne / Manzanares, Rincón, Joselito
Toros de Herederos de José Luis Osborne (el 6º, devuelto por manso), bien presentados, astifinos y blandos; 1º, noble; 3º, bravo y encastado; 2º, 4º, 5º y 6º, sosos y deslucidos.
Jose María Manzanares: pinchazo y estocada baja (oreja); tres pinchazos y tres descabellos (ovación). César Rincón: pinchazo y casi entera (palmas); estocada caída (palmas). José Miguel Arroyo, Joselito: casi entera (oreja); estocada (oreja). Salió a hombros.
Plaza de toros de Málaga, 18 de gosto. Sexto festejo de feria. Casi lleno.
Cuando la inspiración le llega al torero -al que le llega-, éste tiene que estar en faena. Si le llega, por ejemplo, cuando está en la ducha, la situación no puede ser más inoportuna. Esa fue la suerte de Manzanares y de la afición malagueña, que pudo presenciar tan íntimo y misterioso momento. El toro era el más astifino y veleto que se pueda encontrar el torero en toda la temporada. Cumplió sin más en el caballo, dobló las manos y llegó al último tercio muy blando y noble. Nadie daba un duro por el entendimiento entre toro y torero.Pero la inspiración no sabe de horas, y a Manzanares le cogió cuando se encontraba delante de dos pitones de auténtico miedo. Así, Málaga vibró con, tres series de naturales larguísimos, casi circulares, lentísimos, que derrocharon aroma torero de muchos quilates. Manzanares se sintió torero. Manzanares volvió a sentirse hombre cuando citó a matar y vio lo que tenía delante. Si mata a la primera, la locura. Pero hubiera sido demasiada inspiración. En el cuarto, el misterio había volado. El toro embestía rebrincado y el torero no se complicó la vida.
A César Rincón le cogió la inspiración en la ducha. La suerte tampoco se le hizo presente, ésa es la verdad. Su lote fue el más deslucido de la tarde. El primero, astifino como toda la corrida, desarrolló mucho peligro y a punto estuvo de cornearlo cuando lo pasaba por el lado izquierdo. El quinto, manso y parado, exigía un gran esfuerzo, pero no garantizaba el éxito. El torero tomó la espada y abrevió.
Sonrisas
Quien buscó la inspiración y sólo encontró zetazos y a ratos, fue Joselito. Tiene muchos partidarios aquí y él les sonríe con una espontaneidad impropia del madrileño. Estuvo muy torero con el capote por verónicas, delantales y chicuelinas, pero buscó la inspiración sin éxito con la muleta. El tercero, fue bravo y encastado, llegó al tercio final con un son extraordinario. Joselito lo intentó, lo hizo bonito, pero no se entregó. El toro era de faena grande, y la de Joselito fue de una sola oreja. Al sexto lo devolvieron por manso, y el sobrero no permitió florituras. La inspiración sí llegó esta vez, al matar: hasta la bola, sin puntilla.
Babelia
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