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Elegidos para vivir

Grupos humanitarios preparan la evacuación de 41 heridos y enfermos de Sarajevo

Miguel Ángel Villena

Alguien, no se sabe bien quién, ha decidido que sólo hay 41 plazas disponibles. Es decir, otros tantos salvoconductos para que unos niños y adultos de Sarajevo puedan seguir un tratamiento médico en el extranjero que les permita salvar sus vidas. Víctimas de heridas de guerra o de enfermedades de difícil curación, estos pequeños de mirada vacía luchan desde hace meses contra la muerte. en el hospital de Kosevo de la capital bosnia. Andy Mitchell, un robusto piloto de la Cruz Roja británica, será el encargado de trasladarlos mañana a Londres para darles una opción de vida. Mientras hospitales y organizaciones de ayuda humanitaria de los países occidentales tratan de lavar sus conciencias con la acogida de estos desahuciados, las protestas de las madres de otros moribundos arrecian mientras preguntan: ¿"Por qué no mi hijo también?".Es el caso de Omer Abdic, un rubito de cinco años, que resultó herido en el bombardeo de su casa el pasado 30 de abril. Desde entonces espera una remota oportunidad en un centro sanitario como este de Kosevo sin apenas agua ni electricidad ni medicinas adecuadas. Como otros centenares o miles de niños, adultos o ancianos, Omer aguarda una ocasión que quizá no se le presente nunca. "Estoy las 24 horas del día al pie de su cama", comenta su madre, quien añade: "Cuando me alejo comienza a llorar y a gritar`. Con los ojos enrojecidos por las lágrimas y por la falta de sueño, otras jóvenes mujeres asienten a sus palabras.

Al fondo del pasillo, miembros de ACNUR y de organizaciones humanitarias norteamericanas deambulan por las salas a la busca de los niños que han sido elegidos por la rueda de la fortuna. Pero nadie responde a la pregunta clave sobre los criterios que se han utilizado para salvar a unos y condenar a otros a una muerte casi segura. Para las organizaciones humanitarias y las televisiones resulta más fácil y más cómodo salvar la vida de unos símbolos que impedir el cerco de Sarajevo. Por eso, tragedias más sencillas ni siquiera pugnan por entrar en la lista más codiciada esta semana en la capital de Bosnia. Nadie se fija, por ejemplo, en Emina Garaplija, una bebé de un año con una tristeza infinita en sus ojos y una mano destrozada por la metralla.

En un paisaje poblado por mutilados de guerra, por colas de enfermos a la búsqueda desesperada de agua o por quirófanos que no funcionan por falta de luz, las calamidades se cuentan por miles o por decenas de miles. La horrible estadística no se detiene en las 41 plazas disponibles en un avión británico que mañana domingo volará lejos del infierno.

Los escasísimos convoyes de ayuda humanitaria y la media docena de vuelos militares que logran llegar a Sarajevo no sirven ni de lejos para paliar las gravísimas deficiencias que padecen los hospitales Sólo 41 elegidos de los dioses occidentales conseguirán salvar sus desgraciadas vidas. Pero quizá miles de heridos y enfermos más, aguardan una señal del cielo que los rescate de esta espantosa ratonera.

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