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Una predicción errónea

A simple vista parece que lo de la noche del miércoles fue una de esas películas malas que van acompañadas de una gran campana de promoción por todo el mundo, pero que carecen de fuste, de auténtica química, de contenido. ¿Por qué? No es un espectáculo fácil de entender. Tienen que transcurrir varias semanas para saber qué fue lo que realmente pasó. La Unión Internacional de Observadores de Meteoros y Cometas, con sedes centrales en EE UU y Canadá, va a recoger ahora los partes enviados por cientos de agrupaciones astronómicas de todo el mundo sobre lo observado este año de las lágrimas de San Lorenzo (sólo en España hay 70 de estos grupos); lo observado no sólo en la noche del miércoles.La Agrupación Astronómica de Madrid también salió al campo para mirar el cielo ayer, y repetirá mañana. Jaime Izquierdo, que ha sido presidente de esta agrupación durante cinco años, estuvo con otras 40 personas en Somosierra desde las 11 de la noche hasta las cuatro de la madrugada. "Vimos unas 200 estrellas fugaces en cinco horas", explica. "Se puede decir que efectivamente ha habido mayor actividad que en años anteriores, pero no ha llegado ni con mucho a lo predicho: hasta 500 por hora. Fue decepcionante porque se había puesto un listón muy alto. Hubo un error de cálculo de los canales astronómicos internacionales, que al ser recogido con tanta fruición por la prensa ha causado esta desilusión".

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Goteo de estrellas

Aparte de las nubes que ocultaron el cielo en muchas partes, ¿por qué hubo ese error de predicción después de 2.000 años de seguimiento del fenómeno? Las estrellas fugaces son las trazas incandescentes provocadas por el choque de las diminutas partículas que dejan los cometas en sus viajes. Al coincidir la órbita de la Tierra con la de esas colas de cometa, esas partículas colisionan con la atmósfera terrestre y arden fugazmente. Izquierdo explica que lo que puede haber pasado es que esa cola del cometa se haya desplazado ligeramente. Subraya que es extremadamente díficil calcular con precisión la órbita por la que viaja cada año el cometa Swift-Tuttle, el causante de las lágrimas de San Lorenzo, porque está sometido a muchas variables. La influencia, por ejemplo, de la radiación electromagnética del viento solar o la acción gravitatoria de los planetas. Algunos astrónomos ya habían avisado de que el auténtico espectáculo estelar llegará en 19941 cuando de verdad la Tierra cruzará la parte más densa de perseidas.

Mark Kidger, astrónomo especialista en cometas y estrellas del Instituto de Astrofísica de Canarias, tampoco oculta una cierta decepción. Kidger contó 200 meteoros por hora: "No ha habido tormenta, pero ha valido la pena".

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