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Francia, Bélgica y Dinamarca buscan la primera velocidad

Victoria Carvajal

Paradójicamente, el nuevo y más flexible Sistema Monetario Europeo no se ha librado de las contradicciones que provocaron la ola especulativa que acabó con su forma original. Sólo España y Portugal han aprovechado la ampliación de bandas para relajar su política monetaria. Francia, Dinamarca y Bélgica-Luxemburgo, cuyas economías suspiran por esta medida, mantienen elevado el precio del dinero para evitar la depreciación de sus monedas. Tras de este empeño se esconde el deseo de acceder cuanto antes a la primera velocidad, junto a Alemania y Holanda.Mientras los expertos aconsejan a Europa aprovechar la mayor flexibilidad cambiarla para relajar su política monetaria drásticamente y volver a crecer, Francia, Bélgica y Dinamarca se empeñan en mantener sus divisas en los antiguos límites de cotización con elevados tipos de interés. Tras la decisión de los Doce de ampliar la banda de fluctuación hasta el 15% -salvo el marco y el florín, que continúan con el 2,25%-, estos tres países han procurado limitar al mínimo la caída de sus divisas frente al marco.

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Este empeño responde, en parte, a la necesidad de reponer a buen precio sus reservas de divisas, agotadas en la última tormenta monetaria. Pero es realmente el deseo político de pertenecer al grupo de países que accederá a la unión monetaria y marcará la primera velocidad -que se está consolidando en torno a Alemania- lo que les lleva a mantener los tipos altos aun perjudicando las expectativas de recuperación de sus economías. Esta tensión puede agotar la paciencia de los especuladores, que descontaban una inmediata relajación monetaria.

Bélgica, que forma una asociación monetaria con Luxemburgo, ya ha pedido su incorporación al núcleo duro del SME para limitar la cotización de su moneda común, el franco belga, al 2,25%. Su banco central ha llegado incluso a intervenir en los mercados para sujetar su divisa. Dinamarca ha hecho otro tanto, además de encarecer hasta el 25% los préstamos de emergencia del banco central, cuyo gobernador expresó el viernes pasado el deseo danés de seguir vinculados al marco.

El problema francés

El Gobierno francés tampoco parece dispuesto a tirar la toalla. Así lo aseguró un día después del acuerdo de los Doce su primer ministro: Edouard Balladur insistió en que la política del franco fuerte -que ha permitido al país ganar competitividad y situar su inflación en niveles mínimos- se mantendrá intacta. Balladur se abstuvo en todo momento de hablar de una rebaja de tipos, aunque lanzó ayer un mensaje a sus empresas al recortar un cuarto de punto el tipo a un día, que ha quedado en el 9,75%.Algunos economistas y miembros de la Comisión Europea, como el comisario Leon Brittan, se han mostrado partidarios de acelerar la unión monetaria entre los países preparados y evitar el acceso a un sistema de transición como el SME anterior, de paridades semi-fijas, incapaz de hacer frente a un flujo diario de capital de 1 billón de dólares (unos 140 billones de pesetas).

Si bien la opinión más extendida sostiene que no tiene sentido una primera velocidad sin Francia, en la reunión que el viernes pasado mantuvo la Comisión Europea para analizar las consecuencias de la flexibilización del SME, varios comisarios expresaron su preocupación por la aparición de un núcleo de zona marco, independiente del resto del SME. En este núcleo ya esta situado el florín holandés, pueden entrar el franco belga y la corona danesa y podría contar también con las monedas de los países nordicos candidatos a ingresar en la CE (Austria, Finlandia, Suecia y Noruega).

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