La contaminación amenaza la 'playa' de Madrid
El pantano de San Juan era, hasta hace poco más de un año, la única playa de Madrid navegable con motora y en la que se podía esquiar sobre agua dulce. Hoy está en el ojo del huracán. Como los madrileños beben agua de esa cuenca, 376 embarcaciones a motor permanecen atracadas sin poder surcar el embalse. Los alcaldes de los tres pueblos ribereños (10.000 habitantes) se quejan de que la prohibición perjudica a su economía turística. Pero la Delegación del Gobierno opina que el pantano se toma sucio y peligroso los fines de semana, cuando se dan cita 25.006 excursionistas y 2.000 tiendas de campaña. Aguas arriba, los vertidos urbanos y ganaderos contaminan el embalse y acarrean un serio riesgo para los bañistas.
Mientras los ecologistas reclaman que se gestione mejor una de las reservas de fauna más valiosas de la Comunidad, los domingueros siguen desplegando su mantel y nadando en aguas dudosas.El pantano de San Juan es una costa de 53 kilómetros donde callaron hace meses los rugidos de sus 376 motoras, cuando la sequía obligó al Canal de Isabel II a captar agua del río Alberche, aguas abajo, para que Madrid bebiera: nada menos que 3.800 litros por segundo.
Los motores enmudecieron, pero los problemas no cesaron. Los alcaldes de los tres pueblos ribereños -Cebreros, Pelayos de la Presa y San Martín de Valdeiglesias- piensan que su economía se resiente. Pasearse por las urbanizaciones del pantano supone encontrarse muchos carteles colgados de Se vende.
Los especialistas en ventas aseguran que los precios de los inmuebles han caído un 15%. El alcalde de San Martín de Valdeiglesias, José Luis García Sánchez (PSOE), tiene su propio argumento: "Si a las restricciones a la navegación y a los trasvases de agua sumamos la crisis económica, la construcción de un centro penitenciario en Cebreros y los problemas de circulación de la carretera comarcal 501, pues la verdad es que nos dejan al aire".
El nivel del pantano está bajo y los vecinos dicen que el agua que beben es ahora peor que nunca. "Ya no es que no podamos beberla, sino que apenas sirve para ducharse", dice Francisco Rico, un empresario de la zona del Alberche con un panorama nada alentador: su constructora no ha vendido un solo chalé este ario, y su hamburguesería ha pasado en los dos últimos años de facturar 80.000 pesetas diarias a sólo 20.000.
En el embarcadero El Ancla, su propietario, Miguel Ángel Domínguez, explica que de los 220 amarres que alquila, y que en 1991 tenía ocupados al 100%, sólo mantiene arrendados la mitad. Este año ha despedido a dos de sus obreros y en su tienda no ha vendido ni una sola embarcación. En 1991 vendió 50.
En un informe de septiembre de 1992, la Delegación del Gobierno en Madrid culpa del estado del agua "y del considerable riesgo de contagio para los bañistas", a los vertidos de vaquerías y de los pueblos de la provincia de Ávila, que están aguas arriba y vierten al río Cofio. Entre ellos, los 3.700 habitantes de Cebreros, que viven en buena parte del pantano de San Juan.
Los más ajenos al problema deben de ser, sin duda, los domingueros del mantel de cuadros y los chiringuitos playeros, alejados de la zona de clubes. Toni, un camarero de uno de ellos, asegura que clientela y agobio no le faltan: "Empezaron a llegar un poco tarde porque el verano se retrasó, pero ahora no damos abasto".
Visitantes atrapados
En fin de semana, hay 11.000 visitantes, según la Guardia Civil de San Martín. El año pasado, el mismo informe de la Delegación del Gobierno hablaba de 25.000 personas, 2.000 tiendas de campaña y 3.000 coches... en acampada libre, con baños sólo en los bares o casetas y sin recogida de basura.La Delegación del Gobierno señalaba que, en caso de incendio, la acumulación de desperdicios agravaría la situación: "los visitantes quedarían atrapados entre la arboleda y la alambrada que cierra el pantano".
¿Soluciones? Todos -Delegación del Gobierno, alcaldes, ecologistas y la asociación que defiende que se vuelva a autorizar la navegación a motora puntan las mismas: ordenar el acceso de visitantes y balizar el pantano, crear servicios y zonas de acampada.
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