Yeltsin suaviza el 'decretazo' monetario
El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, suavizó ayer la drástica reforma monetaria iniciada el pasado sábado por el Banco Central, pero pagó una alta factura política por la torpeza y menosprecio social con que fue introducida la medida, que convertía en piezas de museo todos los billetes estampados con el rostro de Lenin. Yeltsin, que dirigió ayer en Moscú una sesión especial del Consejo de Seguridad ruso, promulgó un decreto por el que se incrementa la cantidad de rublos viejos (billetes soviéticos y rusos emitidos hasta el año 1992 inclusive) que cada ciudadano tiene derecho a cambiar por rublos nuevos (emitidos en 1993), y también el plazo para efectuar la operación.
En lugar de 35.000 rublos por persona (unas 3.500 pesetas) hasta el 7 de agosto, los ciudadanos ¿le Rusia tendrán derecho a cambiar 100.000 rublos (10.000 pesetas) hasta el 31 de .agosto. Además, los billetes de 10. 000 rublos (la máxima denominacién existente) serán válidos, aunque fueran emitidos en 1992. El decreto de Yeltsin, destinado a "proteger los derechos y legítimos intereses de los ciudadanos", fue difundido ayer por la agencia Itar-Tass.Yeltsin no consiguió recomponer la imagen del Gobierno, dividido en fracciones antagónicas, y dejó que su adversario político, el jefe del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, le arrebatara la iniciativa como abanderado de los intereses de la población.
Pese a las exhortaciones de sus partidarios, que le instaban a actuar con urgencia, Yeltsin fue más lento que Jasbulátov, quien, en una concisa alocución televisiva, denunció la medida del Banco Central, que el jefe del Gobierno, Víctor Chernomirdin, había apoyado con entusiasmo. Dos miembros del Gobierno, Anatoli Shubáis, el jefe del Comité de la Propiedad Estatal, y Borís Fiódorov, el ministro de Finanzas, expresaron su desacuerdo con la decisión del Banco Central.
La sustitución de los billetes no fue concertada con el Sóviet Suprerrio, tiene carácter confiscatorio y supone una violación de los derechos humanos, según el jefe del Parlamento. Jasbulátov amenazó con convocar una sesión del Sóviet Supremo para destituir a los responsables de! la acción, si el Banco Central y el Gobierno no eliminan las restricciones vigentes.
El presidente del Banco Central, Víctor Geráshenko, forma parte del Gobierno, pero rinde cuentas y es responsable ante el Sóviet Supremo, que lo confirnió en su cargo y puede destituirle. Gerashenko era presidente del Banco Central de la URSS en enero de 1991, cuando el Gobierno soviético realizó otra reforma monetaria que acabó con los viejos billetes de 50 y 100 rublos, los mayores por entonces.
Fiódorov emprendió ayer su regreso a Moscú desde EE UU tras expresar su desacuerdo con la decisión del Banco Central, que consideró "perjudicial desde el punto de vista político y económico" y una "provocación".
Fiódorov, uno de los pilares de la continuidad de la reforma económica emprendida por el ex jefe de Gobierno, Yegor Gaidar, consideró que la decisión es muy negativa para la lucha contra la inflación.
El fiscal general de Rusia, Valentin Stepankov, consideró anticonstitucional la medida y pidió su inmediata cancelación. Ni uno solo de los movimientos y organizaciones sociales que habitualmente apoyan a Yeltsin, incluidos los sindicatos independientes, secundó la reforma que provocó la ira de amplios sectores de la población.
Yeltsin aprovechó también su vuelta a Moscú para firmar anoche un nuevo decreto sobre privatizaciones, tras la suspensión del anterior por el Parlamento. El nuevo texto legal confirma e incluso amplía el alcance del primero.
Por otra parte, el Parlamento ruso calificó ayer de "provocadoras" las declaraciones de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, que, en una entrevista por televisión, expresó su apoyo a Yeltsin en su lucha con el Legislativo.
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