Managua recupera Estelí tras dos días de luchas que causaron unos treinta muertos y cien heridos
El Ejército regular de Nicaragua anunció ayer haber recuperado el control de la ciudad de Estelí, al norte de Nicaragua, que el martes fue atacada y, ocupada por un grupo de 150 antiguos militares. Según anunció el obispo de la ciudad, Abelardo Mata, tras dos días de combates que causaron al menos 29 muertos y 99 heridos, los militares rebeldes iniciaron anoche la retirada hacia las montañas que rodean Estelí mientras otros "comenzaron. a rendirse". El jefe del Ejército, Humberto Ortega, había ofrecido a los rebeldes -que exigían tierras, trabajo y apoyo económico gubernamental- una amnistía que no beneficiaría a los cabecillas.
Los rebeldes, dirigidos por el ex dirigente sandinista Víctor Manuel Gallegos -conocido como Pedrito El Hondureño-, un veterano especialista en la guerra de guerrillas, parecían haber sucumbido en la madrugada del jueves, después de que las tropas regulares que sitiaban la ciudad descargaran durante horas su artillería. La operación contó con el apoyo de helicópteros y carros de combate. Pero el gobierno no dominó la crisis y quedó en evidencia al amanecer, cuando se comprobó que los rebeldes continuaban resistiendo con dureza en diferentes puntos.El jefe del Ejército, general Humberto Ortega, que exhortó ayer tarde a los rebeldes a entregar las armas, prometió una amnistía para los que se rindan, aunque ésta no afectaría, de ninguna forma, a los comandantes de este grupo de rearmados. Ortega dijo también que los rebeldes estaban "condenados" a entregar sus armas o a morir ante el avance 1ento, pero firme" del ejército.
Liberación de rehenes
Por fin, en la noche de ayer, el viceministro del Interior, Joaquín Lovo, pudo confirmar el restablecimiento del orden en Estelí y la rendición de 42 de los 150 atacantes. También se anunció la liberación del embajador de Nicaragua en Honduras, Noel Rivas, de y su esposa, que habían sido capturados y retenidos como rehenes por los rebeldes cuando viajaban en su coche por la zona, camino de la frontera hondureña.
Los informes oficiales no precisaron cuál era el paradero de Pedro el Hondureño, aunque Lovo explicó que las tropas gubernamentales buscaban al jefe de los rebeldes dentro de la ciudad y en las montañas cercanas.
Los incidentes se iniciaron a mediodía del miércoles (hora local) cuando los rebeldes, conocidos como recompas, entraron en esta ciudad norteña, de unos 150.000 habitantes y dedicada fundamentalmente a labores agrícolas y ganaderas. La toma de Estelí tenía un objetivo aparentemente reivindicativo, pese a su carácter violento. Los recompas, un residuo de la guerra civil que aglutina a combatientes de distinto signo, en los que se mezclan antiguos sandinistas y contras, optaron por esta acción por considerarse discriminados por el Gobierno en el reparto de tierras prometidas por la presidenta Violeta Chamorro tras la pacificación del país y también por la situación de miseria general.
Esta acción de Estelí, como otras muchas que han venido realizando estos recompas a lo largo de los dos últimos años, no está muy alejada del bandidaje, medio que han empleado durante todo este tiempo para sobrevivir en la montaña y autofinanciar sus operaciones. Una de las primeras acciones tras la toma de Estelí fue saquear tres de sus principales bancos. Además, fueron asaltados supermercados y comercios.
En un comunicado leído a través de la radio La Primerísima, los rebeldes, que dicen pertenecer al Frente Revolucionario de Obreros y Campesinos (FROC), pidieron al Gobierno de Chamorro la creación de puestos de trabajo y el reparto de tierras de cultivo en poder de familias cuya propiedad consideran irregular. También exigieron viviendas, una amnistía y salvoconductos para sus combatientes. Radio Sandino, medio que controla la oposición sandinista, informó que estos rebeldes habían intentado apoderarse, además, de ciudades como Condega, Ocotal y La Trinidad.
Los combates se producen una semana después de que la presidenta Chamorro anunciara una amnistía parcial como última medida para lograr frenar la violencia armada y conseguir la desmovilización de los grupos rebeldes que aún operan en el norte de Nicaragua.
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