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Adiós al cura español que luchó por la paz

Centenares de colombianos honran los restos del asesinado párroco de San Jacinto

Centenares de mujeres pasaron la noche en vela al pie del féretro del sacerdote español Javier Cirujano Arjona, de 63 años, cuyo cadáver fue hallado molido a golpes el pasado viernes en un paraje rural colombiano. A las honras fúnebres del sacerdote -Párroco de la localidad colombiana de San Jacinto- asistieron también alumnos de los seis colegios que fundó en 30 años en el pequeño poblado caribeño y decenas de hombres que suspendieron su día de mercado para honrar al religioso, que todos lloraron como "uno más de los lugareños".El cadáver de Cirujano, con signos de golpes en el rostro, fue trasladado a la alcaldía de San Jacinto en la noche del sábado, tras una tortuosa operación de rescate en el paraje de Loma Colorada, a unos 30 kilómetros del casco urbano. Allí fue donde, en la tarde del viernes, unos campesinos descubrieron el cuerpo del religioso español, semienterrado junto a un arroyo.

Las honras fúnebres en San Jacinto, oficiadas por el arzobispo de Cartagena de Indias, Carlos José Ruiseco, fueron un preámbulo de la sepultura que se le dará en su pueblo natal, Jaraíz de la Vera, en la provincia de Cáceres, la próxima semana. El traslado del cadáver será supervisado por el alcalde de la localidad cacerefia, Victoriano Macías.

Entre sollozos, Pilar Cirujano, hermana del religioso, que viajó a Colombia para el traslado de sus restos, lamentaba no haber vuelto a ver a su hermano con vida desde 1975. Varios intentos de viajar al país latinoamericano fracasaron por problemas económicos. Cirujano había sido secuestrado la tarde del 29 de mayo por cinco hombres armados y encapuchados que le interceptaron cuando regresaba al pueblo, a caballo, después de oficiar un matrimonio y varios bautizos. El cura había llegado a San Jacinto en la década de los sesenta, como miembro de la Obra Sacerdotal Hispanoamericana. Entonces todavía era joven. Se hizo viejo fundando colegios, casando parejas, bautizando niños y aconsejando a las autoridades. También, según dicen sus feligreses,no dejó de "cantar las verdades a los violentos desde el púlpito todos los domingos".

"Era hombre de paz, y no de guerra. Cuando me eligieron alcalde fue a mi casa para decirme que estaba de acuerdo con mi propuesta de desarrollar diálogos regionales de paz para ver si acabábamos con la actividad guerrillera en la zona. Y él sabía por qué lo hacía", relata la máxima autoridad municipal, José Tanus Arrieta. "En 1991, el padre Cirujano desempeñó un papel importante en la legalización del Ejército Popular de Liberación [EPL], y con frecuencia se le vio alternando con los guerrilleros desmovilizados que se instalaron en un campamento a las afueras del pueblo", añade.

Todos los indicios apuntan a que el responsable del crimen es el comando Francisco Garnica, integrado por disidentes del EPL, que sigue empuñando las armas bajo las órdenes del comandante Francisco Caravallo. Este comando distribuyó el 12 de junio un comunicado en el que informaba que ordenó el ajusticiamiento del sacerdote español por "colaborar con las fuerzas represivas de la oligarquía".

"Tal vez nunca se sabrá quién mató al padrecito porque, entre tanta violencia, una ya no sabe nada", decía ayer Marta, colaboradora de una parroquia de un pueblo vecino a San Jacinto desde donde, a pie, a caballo y en autobús, viajó una delegación para "darle el último adiós al cura español que ya era considerado por todos como colombiano".

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