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Japón y EE UU logran un gran acuerdo comercial

Los países ricos lanzan una cruzada contra el paro que implicará recortes en el Estado de bienestar

Japón y EE UU han alcanzado esta madrugada, como epígono de la reunión en Tokio del G-7, un acuerdo global económico y comercial, según informan funcionarios de ambos países. El compromiso, que será anunciado formalmente por el presidente Clinton y el primer ministro Miyazawa esta mañana, establece, según las primeras y sucintas informaciones, un nuevo marco en las relaciones económico-comerciales entre las dos superpotencias y ayudará a equilibrar su comercio bilateral, ahora abrumadoramente favorable a Japón. Los líderes de las siete primeras potencias industrializadas del mundo, por su parte, han diagnosticado en Tokio que la economía mundial está en serios apuros y es urgente tomar medidas para combatir el paro y la recesión.

La conferencia que reunió al club de los ricos fue clausurada con un compromiso de promover el recorte de los tipos de interés en Europa y la rebaja del déficit público en Estados Unidos.El presidente norteamericano, Bill Clinton, la principal estrella de esta reunión, declaró en su conferencia de prensa de clausura que esta cumbre "envía un mensaje de esperanza a todo el inundo". Clinton manifestó que la cumbre de Tokio puede muy bien ser llamada la conferencia del empleo porque "la preocupación por crear nuevos puestos de trabajo fue el centro de las conversaciones".

El gran invitado de la reunión, el presidente ruso, Borís Yeltsin, elogió el hecho de que esta cita haya sido "más productiva en resultados concretos que las anteriores". El anfitrión del encuentro, el primer ministro Japonés, Kiichi Miyazawa, se felicitó también por lo inesperadamente "positiva" que resultó una cumbre que no había despertado gran optimismo.

La economía fue sin duda el principal tema de discusión durante los tres días de reuniones entre los dirigentes de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá. Fue, por tanto, la declaración económica final la que aporta más novedades y resultados concretos en la definición de "una estrategia de crecimiento global para promover una expansión sostenida destinada a un alza sustancial en el empleo".

El paro es descrito por los siete grandes como el problema que más preocupación causa en estos momentos. "Más de 23 millones de personas están desempleadas en nuestros países: esto es inaceptable", sentencia el comunicado final.

Para atajar esa plaga, el G-7 propone distintas iniciativas a los diferentes bloques:

-Europa: "Son necesarias medidas para asegurar las condiciones que permitan rápidas reducciones de los tipos de interés".

- Estados Unidos y Canadá: "Enérgicas acciones, como las que se están tomando, para asegurar sustanciales reducciones del déficit fiscal a medio plazo, mayor ahorro e inversión internos y reducción de los tipos de interés a largo plazo".

-Japón: "Aplicar medidas fiscales y monetarias para asegurar un sostenido crecimiento no inflacionario dirigido a aumentar la demanda interna, teniendo en mente la necesaria prudencia fiscal a largo plazo. Esto contribuirá al objetivo de reducir significativamente los desequilibrios de las balanzas comerciales".

Con el mismo objetivo de buscar fórmulas para combatir el fenómeno de la falta de puestos de trabajo, incluso en los países cuyas economías crecen, el G-7 respaldó la iniciativa de Clinton para reunirse "a alto nivel" el próximo otoño en Estados Unidos en una conferencia específica sobre el empleo.

Las reformas estructurales a las que se ha pasado revista para incentivar la actividad económica y el crecimiento van encaminadas a conseguir "una mayor eficacia del mercado del trabajo", la reducción de las subvenciones" y "el control de los gastos sanitarios" medidas todas ellas de amplio impacto en los países del Estado de bienestar europeo. El G-7 también pide que "se tenga en cuenta el impacto económico del envejecimiento de la población" e insta a "una mejora en la educación" y a la incentivación del ahorro y de la inversión".

Esta cumbre ha puesto mayor énfasis que otras sobre el crecimiento porque, por primera vez, todos los países han llegado con una necesidad apremiante de expansión. Hasta hace muy poco, las reuniones preparatorias del G-7 se consumían en presiones sobre Alemania para que bajara los tipo de interés, sobre Japón para que estimulara la demanda interna y sobre Estados Unidos para que red era su déficit presupuestario. Hoy los tres son mucho más receptivos a esas presiones porque los tres están necesitados de la ayuda mutua.

"Un gran paso"

La declaración final menciona que la conclusión este año de la Ronda Uruguay debe ser la mayor prioridad" en el camino hacia el crecimiento, y considera que el acuerdo conseguido el pasado miércoles sobre el levantamiento de tarifas de los productos manufacturados constituye "un gran paso" hacia un compromiso definitivo en las conversaciones del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), que se reanudan el lunes en Ginebra.

El presidente Clinton mantuvo ayer una reunión bilateral con su homólogo de Francia, François Mitterrand, para convencerle de la necesidad de ir más rápido y más lejos en la Ronda Uruguay.

No se anunciaron decisiones concretas. También conversó con el primer ministro de Japón, Kiichi Miyazawa, en una cena que no estaba prevista en la agenda de la conferencia. Clinton confesó anoche que todavía tenía esperanzas de alcanzar un acuerdo con Japón con el fin de definir un nuevo marco para las relaciones comerciales entre los dos países.

Las esperanzas del presidente estadounidense parecieron concretarse de madrugada, cuando la agencia de noticias Kyodo informaba del acuerdo entre los dos superpoderes financieros para equilibrar su comercio. Este compromiso era uno de los principales objetivos que traía a Tokio el presidente norteamericano, que quiere volver a su país con la promesa de que se reducirá el déficit de 46.000 millones de dólares (alrededor de cinco billones de pesetas) que EE UU tiene en su relación con Japón.

Más trabajo y menos lujos

En tiempos de crisis mundial, los primeros que tienen que apretarse el cinturón son los gobernantes. Así parecen haberlo entendido los líderes del Grupo de los Siete, quienes, en una autocrítica sin precedentes, reconocieron que estas cumbres deben tener en el futuro más resultados y menos parafernalia, más trabajo y menos lujos."Valoramos las cumbres como una oportunidad para intercambiar puntos de vista, construir el consenso y profundizar el conocimiento entre nosotros. Pero creemos que las cumbres deberían ser menos ceremoniales, con menos gente, menos documentos y declaraciones y más tiempo para dedicarlo a discusiones informales entre nosotros, que den mejor respuesta colectiva a los asuntos de preocupación común. Intentamos conducir las futuras cumbres con ese espíritu".

El presidente norteamericano, Bill Clinton, que ha trasladado a Tokio su estilo informal de hacer política, declaró ayer que los líderes de los países más ricos se han convencido de que estos acontecimientos deben ser "menos caros y más productivos".

Ya se han dado algunos pasos en ese sentido. En la capital japonesa las reuniones de trabajo bilateral han ocupado más tiempo que las sesiones formales para las televisiones. El principal acontecimiento social durante los tres días de conferencia fue la cena de etiqueta que ofreció el jueves, el emperador Akihito, y en la que la princesa Masako -la lady Diana japonesa- concentró más atención que el desempleo mundial o la crisis de Bosnia.

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