El canto teatral
Raimondi es un comunicador nato. Sin una voz especialmente bella, el bajo boloñés aplica con habilidad una gran gama de recursos expresivos y teatrales para lograr unas actuaciones cálidas y hasta efusivas. La escena siempre está presente, y en ello se nota la huella de las enseñanzas de Piero Faggioni, un extraordinario director de actores, ahora no excesivamente de moda. Raimondi canta también con el gesto, con el movimiento de las manos, con los ojos. En ello está parte del impacto que produce y de su encanto. Tanto en el fraseo melódico como en la intención en la colocación de las frases, destaca el uso de la inteligencia en la distribución de los recursos. Su técnica vocal, muy compacta, es aplicada con ingenio y una asombrosa efectividad. Su intuición pone el resto.El recital de ayer en el Teatro de la Zarzuela buscó más la intimidad que sus anteriores en Madrid de 1990 y 1991 en el auditorio. Raimondi se centró en el repertorio italiano y en la canción francesa, adquiriendo cotas de extraordinario atractivo en Bellini (sobre todo en los fragmentos de La sonámbula y Los puritanos). Verdi y Rossini (del aria La calumnia de El barbero de Sevilla hizo una creación extraordinaria). En lo francés, me inclino por sus versiones de Gounod.
Gala de la Ópera
Ruggero Raimondi (bajo), Edelmiro Amaltes (piano). Obras de Caldara, Beethoven, Bellini, Gounod, Liszt, Duparc, Faure y Verdi. Teatro de la Zarzuela. Temporada de ópera 93. Madrid, 2 de julio.
No tuvo una noche muy inspirada el pianista Edelmiro Arnaltes, monótono y carente en muchos casos de compenetración con las intenciones del cantante. Ello no impidió que el arte de Raimondi llegase a la sala en toda su magnitud y fulgor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.