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El asesino de 17 prostitutas en Nueva York llegó a cuidar el jardín de un antiguo jefe de la CIA

La policía de Nueva York desenterró ayer los cuerpos de otras dos mujeres que supuestamente fueron asesinadas por Joel Rifkin, un jardinero de 34 años que dice haber matado a 17 prostitutas en los últimos tres años y que fue jardinero de Willíam Casey, antiguo jefe de la CIA. Rifkin ingresó ayer en prisión tras ser detenido por casualidad cuando la policía interceptó su furgoneta por una infracción de tráfico y descubrió que transportaba el cuerpo descompuesto de una joven.

La policía repasa los datos informatizados de las desapariciones que se han denunciado en los últimos anos para tratar de encontrar datos sobre nuevas posibles víctimas. La recuperación de muchos de los cuerpos va a ser ardua ya que, según la propia confesión del detenido, las mujeres asesinadas se encuentran enterradas; alrededor de Nueva York o arrojadas al río en contenedores. No obstante, las revelaciones de Rifkin han permitido resolver ya diez casos de asesinatos misteriosos de prostitutas.

Su madre, Jeanne, de 71 años, y su hermana Jan, de 31 años, que vivían con Rifkin en un pueblo de Long Island, acudieron a la sala llorosas para descubrir las atrocidades que el detenido acababa de confesar. Para sus vecinos de East Meadow, la sorpresa ha sido mayúscula ya que le recuerdan como un ser amable y reservado siempre dispuesto a llevar las bolsas de la compra de las mujeres. Joel Rifkin, que estudió en la New York State University cursos sobre agricultura ornamental, cultivaba hortalizas con su madre en el jardín de su casa y las ofrecía con frecuencia como cortesía a los habitantes del barrio.

La imagen de este personaje sólo tiene tintes siniestros en el barrio de Allen Street. En este distrito de prostitución, varias mujeres, impresionadas por la noticia, aseguran recordarle como un merodeador extraño, que las visitó por última vez hace menos de un mes.

Tras eI descubrimiento casual de este caso, la gran incógnita es averiguar la razón por la que la policía no descubrió hace tiempo la existencia de un asesino en serie de prostitutas. Los agentes encargados de la investigación disculpan esta falta de previsión asegurando que miles de personas desaparecen cada año en la zona de Nueva York, y que en raros casos se apunta la prostitución como la profesión de la persona en cuestión cuando se acude a comisaría. Además, la policía dice en su descargo que las mujeres que trabajan en la calle pierden contacto con sus famílias y amigos y que es difícil que se detecte su ausencia.

El pueblo de East Meadow, que dedicó una de las salas de su biblioteca al recuerdo del padre de Joel Rifkin, está empezando a ser reconocido como el hogar de un monstruo sanguinario.

El abogado de Rifkin piensa alegar locura para rebajar los cargos contra su defendido. Sin embargo, el hombre que una vez cuidó el jardín del ex director de la CIA William Casey, no tiene antecendentes psiquiátricos ni levantó jamás sospechas.

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