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Joan Sardá Dexeus defiende el Estado del bienestar y critica Maastricht

El pensamiento económico español de hoy tiene su mejor síntesis en la figura de Joan Sardá, inspirador del Plan de Estabilización de 1959, auténtíco umbral de la modernidad. Sardá es el siglo -nació en 1910-. Es también una encrucijada entre el hoy -representado por sus discípulos los econonfistas Luis Ángel Rojo, Enrique Fuentes Quintana y Julio Segura- y el ayer de los barones de la economía política como Tallada, Vidal i Guardiola o Reventós, profesores que compartieron con él labores docentes.

"He sido el gran defensor de la estabilidad monetaria como base del equilibrio económico. Pero hoy ya no es así. El mundo cambia más rápidamente que las ideas" manifesté, a este diario el veterano economista horas antes de ser galardonado con la medalla al Mérito Científico del Ayuntamiento de Barcelona.A juicio de Sardá, el ciclo recesivo aplaza la convergencia con la CE: "Si Europa se empeña en aplicar el Tratado de Maastricht, le auguro ocho años de depresión. Quizá debemos olvidamos de la estabilidad monetaria. Pensemos que un poco más de inflación no nos perjudica tanto si a cambio conseguimos impulsar el crecimiento".

La actividad fundamental de Sardá Dexeus en la modernización del Banco de España definió el origen de la estadística -creó el boletín del banco en 1960- y de los instrumentos de intermediación, como los certificados de regulación monetaria. Desde la dirección del Servicio de Estudios del banco emisor -entre 1956 y 1966- hilvanó sin apenas proponérselo lo que ha dado en llamarse la escuela Sardá, entre quienes figuran Martínez Méndez, Sánchez Pedreño y Raimundo Ortega.

En 1968 publicó La crisis monetaria internacional y se hizo cargo de la publicación España Económica, una revista moribunda refundada para dar cobijo a economistas disidentes como Juan M. Kindelán, Miguel Boyer, Carlos Bustelo, Pedro García Ferrero, Pedro Schwartz, Antoni Serra Ramoneda, Jacínt Ros Hombravella, Ernest Lluch, Jordi Nadal o Armand Carabén.

Para combatir las turbulencias monetarias que han tumbado algunas monedas, Sardá propone: "Deberíamos arbitrar un sistema para que el FMI pudiese crear todo el dinero necesario para sostener las reservas del país atacado y así frenar la especulación"

Una solución atrevida y perversa a juicio de la estricta ortodoxia. "Soy consciente de que esto crearía enormes tensiones inflacionistas que sólo podrían detenerse si el mismo FMI pudiese detraer este dinero del sistema una vez pasada la tormenta", aclara.

El reformismo social y político de Sardá es tan contumaz como su revisionismo teórico. "He sido siempre un monetarista, pero hoy la principal preocupación de los economistas es el desempleo y la destrucción del tejido productivo", afirma. "Mi consejo para mantener los niveles de inversión y consumo es no abandonar el sistema de subsidio social", añade.

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