Sólo fachada
JOAQUÍN VIDAL El mes torista de Las Ventas se cerró con la esperada corrida de José Escolar, y resultó ser igual de mediocre que las precedentes. Una desilusión más para los aficionados. Ni los victorinos de pura cepa que se lidiaron antes en esta plaza, ni los escolares derivados que llevan sangre vitorina, proporcionaron emociones de ningún tipo. Saltaban fachendosos a la arena los de Escolar -corpachones envueltos en cárdena capa (o quizá fuera entrepelá), caras foscas, genio vivo-, la afición les daba el visto bueno, y a la primera carrera ya se estaban cayendo.El que abrió plaza partió las tablas y aquel testarazo hizo presagiar duras bregas, argumentados tercios, pero no hubo nada de eso. Los toros de Escolar resultaron ser tan flojuchos y pelmazos como los de cualquier otro hierro. Y en cuanto a su trapío, una atenta observación la ponía en entredicho, al advertirse sospechosas anomalías en la parte del cuerpo que llaman cornamenta. Grave asunto es que las cornamentas den pie a la murmuración. No puede un ganadero venir al coso venteño anunciando que trae unos toros de aquí te espero, y resulte, al final, que los cuernos les cantan, mientras las patitas les temblequean.
Escolar/ Aranda, Seseña, Norte
Toros de José Escolar, con trapío, 4º de gran estampa, flojos, mansurrones. Raúl Aranda: pinchazo y bajonazo descarado (pitos); pinchazo, estocada ladeada -aviso con retraso- y dobla el toro (palmas). José Luis Seseña: estocada corta escandalosamente baja y dos descabellos (aplausos y saludos); estocada corta trasera y tres descabellos (aplausos y saludos). Julio Norte: estocada caída y rueda de peones (escasa petición y vuelta); tres pinchazos, estocada corta tendida baja perdiendo la. muleta -aviso- y 11 descabellos (palmas). Plaza de Las Ventas, 27 de junio. Media entrada.
Para el caballo tampoco fueron bravos; todo lo contrario. Y en las peripecias muleteras se mostraron blandengues, remisos, de media arrancada y algunos incluso un poquito aborricados. 0 sea, un fracaso ganadero. Menos mal que los toreros estuvieron voluntariosos, y la afición se lo agradeció.
Raúl Aranda se enteró casi al final de su segunda faena de que el toro embestía noble por el pitón izquierdo, y le sacó dos estupendas tandas de naturales. Ya era tarde, claro, pues lo había molido a derechazos. Son los vicios del toreo moderno: va el matador, tantea al toro y ya le está pegando derechazos hasta la extenuación. Luego lo toma por la izquierda, a ver qué pasa. Y a veces pasa lo de ese cuarto toro: que el izquierdo es, precisamente, su lado bueno, pero al animalito ya se ha quedado sin resuello.
Los tres espadas se hartaron de pegar derechazos, también Aranda en el primero, aunque después de una aceptable serie el toro se le recreció y no pudo con él. Persistentes y ceñidos fueron los derechazos de José Luis Seseña; y gustosos los de Julio Norte, que es matador de hechuras clásicas y artísticas inquietudes.
Seseña intentó torear al natural al segundo Escolar tras los derechazos, y se le coló. Repitió la intentona en el quinto, y le pegó una voltereta. Antes había sufrido varios acosones y acabó el hombre bastante maltrecho, aunque intacto su pundonor. Norte atemperó las violencias del tercero a base de obligar y consentir, y consiguió ligarle dos tandas de redondos. Al probón sexto le hizo faena tesonera por la derecha, hasta que se decidió a cambiar de mano e instrumentó unos naturales de buena factura.
No parecerá mucho todo esto, pero los toracos de Escolar no merecían mayores proezas. Aunque las hubo. Fue el caso del banderillero Paco Lucena, que prendió al sexto dos valerosos pares de banderillas. Es habitual en la fiesta: cuando hay torería, aflora siempre, contra viento y marea.
Babelia
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