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Cada vez más dedos en el gatillo nuclear

Los cambios políticos de la posguerra fría multiplican la amenaza atómica química

Kim Jon Il, norcoreano de 51 años, lleva zapatos de tacón y el pelo ahuecado para parecer más alto. Tartamudea al hablar y le preocupa si podrá o no igualar el inmenso poder de mando de su padre. Pero hasta los que más se ríen de su vanidad se toman muy en serio uno de sus caprichos. Kim, que ha sustituido a su padre, el gran líder Kim Il Sung, de 81 años, en las tareas cotidianas de la dictadura de Corea del Norte, parece decidido a construir un verdadero arsenal secreto de armas nucleares.A principios de este año, su Gobierno fue el primero en anunciar su renuncia al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, suscrito por 150 países; ordenó abandonar el país a todos los extranjeros, a excepción de los diplomáticos; prohibió la entrada a los observadores internacionales, y advirtió a la ONU que consideraría cualquier sanción como una "declaración de guerra".Bajo la presión de Washington y otras capitales, Corea del Norte accedió a mantener con versaciones con negociadores es tadounidenses en Nueva York el 11 de junio para "suspender" su abandono del pacto "durante el tiempo que sea necesario". Mucho menos de lo que Washington deseaba.

El Este de Asia se enfrenta a la amenaza de una carrera nuclear. Aunque se espera que se celebre otra ronda de conversaciones. Los expertos de Japón y Corea del Sur tienden a creer que Pyongyang se está haciendo el remolón para ganar tiempo y completar el plan de desarrolló de armas atómicas. Este caso es un ejemplo más de que, aunque la guerra fría haya terminado, el mundo, en vez de ser más seguro, se ha convertido en más peligroso. El precario control que la igualdad de condiciones entre las superpotencias ejercía sobre el uso y la proliferación de armas de destrucción masiva -nucleares, químicas y biológicas- se ha desvanecido junto con el imperio soviético. Corea del Norte, su puestamente, posee suficiente plutonio como para fabricar al menos una bomba nuclear. También ha realizado con éxito pruebas con un nuevo misil que tal vez esté diseñado para transportar una cabeza nuclear, el Nodong 1, con un alcance de 1.000 kilómetros, que podría llegar no sólo hasta Corea del Sur, sino también alcanzar Japón, China y el Este de Rusia.

A miles de kilómetros de distancia, Ucrania, junto con las también antiguas repúblicas soviéticas de Kazajstán y Bielorrusia, ingresó en el club nuclear cuando el imperio se derrumbó, y exige a Occidente garantías de seguridad frente a Rusia, además de compensaciones económicas. Aunque las tres han prometido prohibir las armas, Ucrania ha estado echándose atrás en su compromiso. Incluso parece dispuesta a vender tecnología de misiles a otros países.¿Cómo poner fin a la proliferación nuclear? Estados Unidos no da un buen ejemplo. El mes pasado, los demócratas del Congreso instaron al presidente Bill Clinton a que abandonase el plan para reanudar las pruebas nucleares en cuanto finalice, la semana que viene, la moratoria e nueve meses. Según este plan, EE UU y el Reino Unido llevarán a cabo nueve explosiones subterráneas hasta 1996. Los legisladores expresaron su temor a que China, Francia y Rusia quieran reanudar también las pruebas y que eso anime a algunos países del Tercer Mundo a construir una bomba atómica.En la actualidad, las acciones de Corea del Norte son las más preocupantes. Los analistas occidentales creen que el régimen de Kim Il Sung podría haber acumulado suficiente plutonio como para fabricar entre una y cuatro bombas de fisión.Aunque el Consejo de Seguridad podría recurrir a medios militares para castigar a Pyongyang o destruir su industria nuclear, cualquier intento de emplear la fuerza podría resultar peligroso. El bombardear una instalación nuclear en funcionamiento podría provocar un nuevo Chernóbil y probablemente desencadenaría represalias. Pero el quedarse de brazos cruzados es una opción igualmente poco deseable. Corea del Sur, que canceló su programa nuclear bajo presión norteamericana, podría cambiar de rumbo.Un rearme atómico del Norte podría desencadenar la propagación de las armas nucleares por toda la región. A los diplomáticos y periodistas japoneses les gusta insistir en que su país quedó vacunado contra las armas nucleares al ser atacado con ellas en 1945 pero, cuando dicen esto, a menudo añaden: "A no ser, por supuesto, que los coreanos las tengan". Un Este de Asia con seis potencias provistas de armas nucleares sería peligrosamente inestable.

Pekín ha estado vendiendo misiles balísticos y equipamiento nuclear al Tercer Mundo. Su tecnología de misiles ha ido a Pakistán, Arabia Saudí e Irán. La Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) cree que China está obteniendo de Rusia y Ucrania tecnología avanzada para el control de la trayectoria de misiles que podría a su vez pasar a otros Estados.

En Ucrania, cada vez son más los diputados que señalan que Kíev debería conservar al menos parte de sus 176 misiles estratégicos, 30 bombarderos nucleares y más de 1.600 proyectiles nucleares que ha heredado como fuerza disuasoria frente a un Gobierno ruso potencialmente ultranacionalista. Ucrania podría estar cerca de descifrar los códigos de ordenador de Rusia que ahora mismo le impiden reorientar o disparar sus propios misiles. Si lo logra, ganará el control operativo sobre la tercera reserva de armas nucleares más importante del mundo.

Los ucranios hablan públicamente de considerar la posesión de armas nucleares como un eficaz medio de disuasión ante Rusia. Moscú, por su parte, ha insinuado a Estados Unidos que podría atacar Ucrania para impedir que obtenga el control del arsenal atómico, aunque el presidente Borís Yeltsin ha prometido que si Ucrania ratifica el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) y se adhiere al Tratado de No Proliferación, Rusia garantizará la seguridad de su vecino.Occidente tiene poca fuerza para impedir que se agrave la crisis en la antigua URSS, que podría conducir al contrabando y la venta ilegal de algunas de las 27.000 cabezas nucleares ahora bajo vigilancia de varias unidades militares. Cuando las nuevas repúblicas decidieron no conservar unas fuerzas armadas conjuntas y desmantelaron su mando supremo, se agudizó la cuestión de quién controla las fuerzas de misiles estratégicos de la antigua URSS.

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Hizo falta que estallara la guerra del Golfo para que los Gobiernos occidentales se enteraran de lo cerca que había estado el Irak de Sadam Husein de adquirir en secreto un arsenal atómico. Esto a su vez hizo que todo el mundo se diera cuenta de que el lento y masivo rearme militar preparatorio de la operación Tormenta del Desierto probablemente habría sido imposible si Irak hubiera estado en posesión de armas nucleares.

En Oriente Próximo, Irán es el gran aspirante a potencia nuclear. La república islámica se ha embarcado en un programa de

Time Inc.Este informe ha sido elaborado por Bruce W. Nelan, con informaciones facilitadas por James Camey, desde Kiev; Richard Hornik, desde Seúl; Jay Peterzell y Elaine Shannon, desde: Washington, y otras corresponsalías de Time.

Cada vez más dedos en el gatillo nuclear

rearme, que incluye armamento de destrucción masiva; los blancos potenciales incluyen no sólo a su hostil vecino, Irak, sino también a, enemigos y rivales más distantes, como Israel, Egipto, Arabia Saudí y los Estados conservadores del Golfo.Teherán ha almacenado sustancias químicas venenosas, fabrica misiles Scud con un alcance de 600 kilómetros diseñados por Corea del Norte y ha encargado el Nodong 1, que pronto estará acabado.

El problema se extiende a las armas químicas y biológicas y a la manera de que éstas alcancen objetivos remotos, mediante misiles balísticos y aviones de gran autonomía.

Suráfrica, un Estado paria sometido a embargos y sanciones mundiales debido a su política de apartheid, también se las arregló para fabricar en secreto seis bombas de fisión antes de que, según el presidente Frederik W. dé Klerk, destruyese los artefactos después de 1989.El Tratado de No Proliferación Nuclear no ha impedido que mas países adquieran la bomba. Varios, entre los que figuran India, Pakistán e Israel, sencillamente se negaron a firmar. Irak sí firmó el tratado, pero lo burló y estaba desarrollando un programa nuclear de 10.000 millones de dólares cuando estalló la guerra del Golfo. Irán y Corea del Norte firmaron, pero han seguido también adelante. Los tratados también prohíben las armas químicas y biológicas, pero al menos 18 países las almacenan.

El principal obstáculo para controlar la propagación de estas últimas armas es que hasta los países medianos pueden construirlas, utilizando las industrias nacionales y equipamiento de doble uso, civil y militar.

En septiembre de 1991, la CIA creó un centro para localizar armas de destrucción masiva. El presidente George Bush firmó un documento por el que se autorizaba a la agencia a llevar a cabo operaciones clandestinas para interrumpir el suministro de tecnología peligrosa.

"La próxima vez", advierte un experto del Pentágono, "todos los países con los que podríamos entrar en guerra" tendrán armas químicas, biológicas o nucleares. Y Washington no puede garantizar la seguridad de los árabes frente a Israel, de India frente a China, de Pakistán frente a India, o de Irán frente a Irak. Algunos de estos países ya tienen la bomba; otros la tendrán.

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