La "paz bélica" de la ONU
Los "cascos azules" cambian su estrategia de ayuda para involucrarse en la guerra impulsados por EE UU
ENVIADA ESPECIAL Desembarcaron en diciembre en las playas de Somalia. Decidieron pacificar un país destrozado por dos años de guerra civil y proteger el reparto de la ayuda humanitaria. La ONU, con Estados Unidos como brazo ejecutor, iniciaba la operación Devolver la esperanza. Seis meses más tarde, 24 cascos azules paquistaníes mueren en una emboscada, los aviones estadounidenses bombardean Mogadiscio, decenas de civiles caen bajo las balas azules y las tropas de Naciones Unidas ponen precio a la cabeza del más poderoso señor de la guerra, Mohamed Fará Aidid, y detienen a sus seguidores. El sacrosanto organismo internacional, que asumió el mando de la operación el pasado 4 de mayo, ha entrado de lleno en la guerra.
Un viento suave mece los árboles de Mogadiscio. Las calles de la capital de Somalia vuelven a estar abarrotadas de puestecillos de venta ambulante y los vehículos destartalados se atascan entre los viandantes. Sólo el vuelo rasante de los helicópteros Cobra y los cazas estadounidenses alteran los nervios ole los habitantes de la ciudad. El recuerdo de los cuatro bombardeos con que EE UU castigó a la capital la semana pasada en represalia por la muerte de los cascos azules paquistaníes está todavía vivo.
De la matanza, acaecida el día 5, se culpó inmediatamente al general Aidid, que controla el sur de Mogadiscio y buena parte de las regiones central y meridional del país. "Fue una emboscada perpetrada cuando los cascos azules iban a registrar Radio Mogadiscio. Habíamos notificado a Aidid nuestras intenciones", declara el embajador estadounidense, Robert Gosende. Aidid dio la orden de defender la emisora. Dieciocho paquistaníes cayeron allí. Otros seis, que protegían el reparto de comida en distintos puntos de la ciudad, fueron salvajemente asesinados.
Las tropas de la ONU cumplían con su mandato: confiscar el armamento de los clanes enfrentados. Al principio se dijo que en la emisora había un importante depósito de armas. "Yo he estado allí muchas veces", comenta un periodista somalí, "te hacían dejar a la entrada hasta el tabaco y las cerillas". Días más tarde, un portavoz de las Naciones Unidas en Somalia (Onusom) reconoció que los depósitos estaban en lugares próximos.
"La muerte de los paquistaníes ha sido el detonante que ha abierto las heridas aún por curar", explica un miembro de una organización humanitaria que pide se le mantenga en el anonimato. "Entre la ONU y Aidid siempre ha habido mucho resentimiento".
El general somalí nunca ocultó su disgusto por la intervención multinacional, que amenazaba con, minar su poder. No obstante, participó en las negociaciones y firmó, al igual que los líderes de las otras 14 facciones, los documentos que le pusieron delante. Y, como todos ellos, los violó cuando le convino. Aidid, sin embargo, preocupaba más que los otros líderes por su peso específico dentro de la estructura de clanes de Somalia y fue sometido por las Naciones Unidas a un estrecho marcaje.
Mensajes de Aidid
Tras la matanza de los cascos azules, el general somalí, tratado hasta ahora como dirigente político, se ha convertido en el enemigo público número uno. Las acciones de las tropas de la ONU contra él han sido impresionantes: además de bombardear varios depósitos de armas ya localizados, han destruido su cuartel general y Radio Mogadiscio, desde donde Aidid lanzaba a la población mensajes nada caritativos para con los cascos azules. El embajador estadounidense agrega que la emisora era utilizada como sistema de comunicación interna entre sus hombres. Algo extraño Si se tiene en cuenta que Aidid contaba con una radio localizada en su cuartel general.
Los cascos azules han arrastrado además a decenas de sus seguidores, a los que someten a interrogatorios. Si bien Onusom se niega a facilitar información, dos de los lugartenientes de Aidid, los generales Emil Sahal y Ali Kediye, están detenidos en las dependencias de la organización internacional.
La tensión en Mogadiscio ha llegado a un punto sin retorno, especialmente tras la matanza de 20 civiles somalíes por soldados paquistaníes el pasado día 13. Todos los días, centenares de manifestantes piden la salida de la ONU del país. Unas 1.000 personas portaban ayer pancartas en las que se leía: "Howe animal" (en referencia al enviado especial de la ONU Robert Howe) y "Abajo Bill Clinton".
Los mandos multinacionales han anunciado el siguiente paso: la detención del general somalí, solicitada por el Consejo de Seguridad, lo cual, dicen, ayudará a encarrilar el proceso de pacificación. Aidid, que cuenta con una fuerza de 25.000 hombres, está en Mogadiscio, a pocos kilómetros de su antiguo cuartel general, en una zona densamente poblada. Todo el mundo lo sabe. Como todo el mundo sabe que un intento de detenerle puede acabar en un baño de sangre.
Hasta Mogadiscio llegaron el domingo nuevos visitantes: 4.500 marines que permanecen a bordo de los buques Wastsp, El Paso, Nashville y Barres Scable County, frente a la costa de la capital, y un equipo de abogados de las Naciones Unidas que tratan de buscar un respaldo legal a las acciones de la organización. El enemigo está acorralado. La guerra no ha hecho más que comenzar.
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