La Teresa Berganza de siempre
Teresa Berganza inauguró en el Auditorio Manuel de Falla los ciclos del 42º Festival Internacional de Música y Danza, que este año vuelven en gran medida a las orientaciones que le dieron vida y razón de ser, aunque ahora se utilicen menos los recintos artístico-monumentales de la Alhambra que durante las décadas de los años cincuenta y sesenta. Por lo demás, se programan grandes solistas, orquestas y directores, excelentes jornadas de ballet y manifestaciones dedicadas a la música española de ayer y de hoy mismo, incluidos un concierto dirigido por Cristóbal Halffter, un homenaje a Federico Mompou, en su centenario, y un estreno de gran calibre de Juan Alfonso García.Teresa Berganza ha sido el primer nombre mítico y estuvo acompañada por el buen arte del pianista José Antonio Álvarez Parejo. La mezzosoprano madrileña nos hizo revivir sus mejores días juveniles en un programa sustentado sobre dos piedras básicas: dé una parte Rossini, un autor para el que desde los mismos comienzos de su carrera tuvo Berganza primor, gracia indecible y, cuando es preciso, honda emoción, tal es el caso del Adiós de Rossini a París. Soberbia resultó la versión del tríptico La regata veneciana y, con un garbo mucho más acusado que el que pusiera Rossini, la Arietta española, animada por el típico ayear.
La otra parte giraba en torno a la canción española de concierto, con ejemplos tan definitivos como las canciones clásicas, de Toldrá, sobre versos de Lope, Garcilaso y Quevedo; la feliz reinvención de los madrigales renacentistas por Joaquín Rodrigo; el misterio y el ritmo de Sevilla en El fantasma y La Farruca, de Joaquín Turina, y tres de las melodías sobre aires populares de, Joaquín Nin, nacidas al calor del insuperable modelo de Falla.
Intérprete fiel
Este repertorio encuentra en Teresa Berganza no sólo una intérprete fiel, llena de vitalidad y variedad expresiva, sino también de algo más difícil: una suerte de halo mágico que idealiza hasta las palabras y las melodías más realistas.
El entusiasmo con que el público que llenaba las dos salas del auditorio Falla acogió todas y cada una de las interpretaciones de Teresa Berganza no es para ser descrito. Tanto que Berganza alargó el programa con dos magistrales interpretaciones operísticas, de La italiana en Argel, de Rossini y Mignon, de Thomas, para terminar con el área de la "borracha " de La Perichola. El 42º festival granadino se inicia con buen signo, y no decimos con buen pie porque Teresa Berganza salió casi cojeando y apoyada levemente en un bastón, que le daba cierto aire de Floria Tosca, a causa de una reciente intervención quirúrgica.
Babelia
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