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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Entrañable desgarro

De lejos, el acierto más feliz de esta muestra es haber recuperado una de las figuras más entrañables y mordaces del Madrid de los ochenta, el polifacético Fabio McNamara. De los escenarios musicales a la pantalla o, más aún, la geografía cotidiana en la que se gestó el descaro febril de toda una aventura generacional, en McNamara no sólo cada parte pierde sentido desligada del todo, sino que no nos ofrece más que una sombra mutilada, una especie de chiste ininteligible, pues su verdadera y fascinante creación ha sido la construcción de su identidad, tan cálida como desgarrada.Compañero de viaje en numerosas aventuras, Fabio es el germen de una parte sustancial en el universo temprano de Almodóvar. En la pintura -ese rastro que hoy aflora al fin de nuevo a su escena madrileña- sus primeros pasos estuvieron marca dos por la fascinación y complicidad de las Costus, una afinidad que sigue viva en estas nuevas telas, bien que marcada, como entonces, por el alma inconfundible del propio McNamara.

Fabio McNamara, José Palau y Juan Palau

Galería Buades. Gran Vía, 16, 3º. Madrid. Hasta el 15 de julio.

Y la parte se impregna una vez más aquí del aroma inefable del todo, esa mezcla desconcertante de torpeza, ingenuidad y frívolo descaro cuya apariencia de juego intrascendente acaba arrastrando un equívoco sabor de intensidad y lucidez, el vértigo intuido de una pasión abismal. En ello, una de sus mejores armas sigue siendo esa certera intuición del color que Fabio lleva siempre, a la manera inconfundible de McNamara, hasta su más extremo exceso.

Comparten con él esta muestra pinturas, esculturas y dibujos de los hermanos José y Juan Palau. La alianza viene, en principio, avalada por una cierta afinidad entre el talante intempestivo de todos ellos; pero en la convivencia real de sus distintos juegos la comparación resulta ya odiosa. Hay también en los Palau una cierta semejanza en cuanto a guiños generacionales, ambigua ingenuidad o asociación perversa de referencias y lenguajes. Pero la torpeza se hace aquí flagrante y real, apenas capaz aún de levantar el vuelo, poco más que un irreverente ejercicio escolar que obtiene sus efectos más aceptables del lado de los objetos.

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