Expertos "a la greña"
El reglamento del CSIC, aprobado en Consejo de Ministros el pasado mes de febrero, tras siete años de discusiones y sucesivos cambios de borradores, venía a legalizar la realidad de funcionamiento del CSIC, potenciando la toma de decisiones por la Junta de Gobierno y reforzando el papel de los directores del centro, que seguirían siendo elegidos por votación popular, aunque tendrían más capacidad ejecutiva. Pero dejaba otras cuestiones específicas, como la existencia o no de determinados institutos dependientes del Consejo a órdenes ministeriales posteriores.Esta indefinición sobre cómo hacer una reestructuración interna que aúne esfuerzos ha propiciado la crisis. Prácticamente todos los sectores consultados coinciden en que es preciso un estudio exhaustivo de todas las líneas de investigación abiertas en la actualidad, para cerrar aquellas que no sean interesantes y trasvasar esos recursos a otras líneas más necesarias. Pero el problema es quién y con qué criterios decide los institutos que hay que cerrar.
El baremo utilizado hasta el momento, el de los currículos personales y el índice bibliométrico de referencias en revistas de prestigio internacional, no ha satisfecho a los afectados, que han denunciado que el sistema, aunque rápido, para los evaluadores, provoca enormes injusticias.
Polémicas
El Centro de Investigaciones Biológicas es uno de los focos de controversia. Para el director del CSIC, José María Mato, la polémica del CIB "ya es vieja".
"La comisión evaluadora", dice, "estuvo formada por científicos de prestigio internacional y su composición fue aprobada por la Junta de Gobierno, en la que están representados los investigadores y el resto del personal, por lo que dudo que pudiera haber amiguismo".
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