_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Visión de Bosnia desde Estados Unidos

Tahar Ben Jelloun

Acabo de pasar 10 días en Nueva York. Es una ciudad bonita. Aunque un poco sucia, Manhattan no deja de ser impresionante. Más de 160 etnias circulan por sus calles. Pero Nueva York no es Estados Unidos. Es una sinfonía de simbiosis culturales donde las minorías existen y se expresan. Precisamente, los musulmanes de Bosnia son una minoría; pero no están en Estados Unidos, están entre los serbios. Se les ve a menudo en la televisión. Se muestran imágenes muchas veces intolerables. Cuerpos de niños masacrados, cadáveres olvidados en las calles, soldados desquiciados y negociadores cansados. La televisión filma la guerra. Pero ¿altera eso la vida cotidiana de los estadounidenses? Aparentemente, no. El conflicto de la antigua Yugoslavia es complejo. La gente necesita explicaciones claras y sobre todo sencillas. ¿Cómo decirle que los musulmanes bosnios no son del todo islamistas y que la palabra musulmán es una nacionalidad que Tito les dio en recuerdo de cuatro siglos de ocupación otomana? ¿Cómo orientarse en este damero cuando faltan referencias?La Administración de Clinton amenaza con intervenir en Bosnia. Vayan a explicar a los estadounidenses cómo podrían depender su seguridad o sus intereses de esta intervención. Estaba alojado no muy lejos del palacio de las Naciones Unidas. Pensaba que, al estar tan cerca, comprendería mejor la política del Consejo de Seguridad. En balde. Sólo pude ver la televisión y leer The New York Times. En la televisión vi al señor Ross Perot deplorar la tragedia de Bosnia. Planteó una cuestión: ¿quién estaba dispuesto a enviar a su hijo a luchar en Bosnia? Nadie respondió.

No, Bosnia está realmente lejos. Hasta los europeos se sienten lejos de ese territorio. Así que los estadounidenses se encuentran a gusto con su pereza o sus vacilaciones. Y, sin embargo, Irak está geográficamente tan lejos como Bosnia. Los estadounidenses no dudaron en intervenir una y otra vez en el Golfo. Es cierto que los intereses eran en este caso más evidentes, y la situación política, más simple. Es curioso: desde que el mundo ha perdido la Unión Soviética, tiene tendencia a perder también la cabeza. Antes todo estaba claro. Hoy, todo parece complicado. Los serbios pueden decidir tranquilamente practicar la limpieza étnica, asesinando a los hombres, violando a las mujeres, masacrando a los niños. Se les deja hacer porque, como publica Le Monde en su edición del 7 de mayo de 1993, 1a comunidad internacional parece dividida sobre la conveniencia de conceder un nuevo plazo a los serbios de Bosnia".

Porque Warren Christopher afirma que "no se tomará ninguna medida de represalia contra los serbios sin una nueva resolución del Consejo de Seguridad". Porque los musulmanes del mundo no se reconocen en los musulmanes bosnios, y en este momento, el islamismo es muy activo en Egipto y en Argelia.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Precisamente, una de las consecuencias de la guerra del Golfo y de la manera en que Occidente trató a los árabes encuentra hoy su expresión en los fundamentalistas musulmanes, que quieren cortar todos los lazos con Europa y Estados Unidos para lavar el honor de los pueblos árabes humillados por la guerra que los aliados libraron contra ellos en Irak. La prensa estadounidense empieza a publicar reportajes sobre los musulmanes en América. No es que el islam como cultura y civilización les interese, sino que el islam transformado en ideología de combate les preocupa. Mientras tanto, los serbios consolidan su conquista territorial.

Es como si se hubiera permitido que Sadam Husein avanzara en el Golfo e integrara Kuwait en su país como provincia, amenazando a otros Estados de la región. Se reaccionó, y se quiso hacer creer que los principios de derecho y de moral podían coincidir con los intereses. ¡Es increíble cómo se parece el petróleo, como dos gotas de gasolina refinada, al principio de derecho y libertad! Hasta la ONU compartió esa ilusión. Hoy, esta vieja institución no para de votar resoluciones condenando a los serbios. Sus tropas están sobre el terreno. Hacen lo que pueden. El general Morillon resiste. El Consejo de Seguridad decreta zonas de seguridad, aparte de Sarajevo, cinco nuevas ciudades de Bosnia-Herzegovina, que coloca bajo la protección de 50 observadores militares. Esta resolución 824 no hace flaquear lo más mínimo la determinación de los serbios. Y Clinton no quiere intervenir solo. Necesita a los europeos para detener el avance de los serbios. Tiene razón. Pero no es extraño que la indecisión y las vacilaciones de los europeos, su falta de determinación, pongan nervioso al nuevo presidente. Es cierto que el gran policía del mundo está enfadado porque los serbios violan, además de a las mujeres, las fronteras internacionalmente reconocidas; porque su sistema de limpieza étnica evoca muy malos recuerdos para la conciencia del mundo; porque, por último, si se les deja poner en práctica sus planes, toda Europa, con o sin Maastricht, será la que se vea amenazada en el futuro.

¡Cómo explicar todo esto a los estadounidenses de Arkansas, del Medio Oeste, de Tejas y de otros Estados donde ni siquiera saben si Bosnia-Herzegovina es un Estado o una marca de crema animal bronceadora! La televisión informa. Pero las imágenes se suceden, se parecen y se anulan. Habrá que simplificar una cuestión muy complicada. Si Clinton quiere realmente convencer a sus electores de que el honor y la conciencia de Estados Unidos les dicta una intervención rápida y eficaz, se le podría sugerir que se ponga en contacto con los guionistas de Spielberg. Ellos le dirán qué historia contarles.

Cuando la historia renuncia a la simplicidad es desesperante. Aquí, los serbios se llevan la palma de la brutalidad y el horror. Pero los croatas también han demostrado tener capacidad de crueldad.. Los bosnios, al defenderse, también se han visto obligados a ser violentos. Este guión es demasiado complicado para Estados Unidos. Hasta a los europeos les resulta dificil. ¡Ay!, con el Golfo estaban los buenos de un lado y los malos de otro. Así fue como Bush presentó el asunto, sólo que, para un observador verdaderamente imparcial, la guerra del Golfo parecía una película del Oeste en la que no había más que malos! En cuanto a las víctimas de esa mala película, les cayeron tantas bombas en la cabeza que ya no saben dónde está el bien y dónde está el mal.

Pero ¿por qué los musulmanes de Arabia y de Irán, de Asia y de África no dicen nada? Tras la matanza de los hombres ha llegado el momento de la muerte de los símbolos; tres mezquitas históricas, construidas en el siglo XVI, acaban de ser des truidas por serbios de Bosnia en la ciudad de Banjaluka, designada por los medios de comunicación como "la capital de la limpieza étnica". Han destruido esas mezquitas para borrar toda huella musulmana en la re gión. La limpieza debe ser total. Limpieza en seco, metódica y sin estados de ánimo. Puede que los musulmanes se callen porque los bosnios no son unos musulmanes muy ortodoxos. Tal vez porque no pueden hacer gran cosa. En cualquier caso, rara vez un conflicto tan grave habrá suscitado tantos interrogantes y tan pocas reacciones concretas, y sobre todo decisivas. Cuando uno es pobre y no tiene nada, más le vale evitar encontrarseen un conflicto. La condición de víctima no confiere legitimidad y no garantiza la justicia al final del túnel. Si mañana los francófonos y los flamencos de Bélgica empiezan a matarse entre sí, no está muy claro que Europa vaya a practicar una política diferente a la que hoy mantiene en Bosnia. Puede que exagere en mi pesimismo, debido probablemente a la diferencia horaria.

Tahar Ben Jelloun es escritor marroquí, premio Goncourt de novela

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_