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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Policíaco aéreo

Dentro de las películas de catástrofes, que dominaron buena parte de la más comercial y peor producción norteamericana de los años setenta, ocupa una parcela especial la serie Aeropuerto. Iniciada en 1970 con gran éxito por George Seaton, parecía financiada por las compañías aéreas para demostrar la seguridad inquebrantable de ' sus aviones en las peores condiciones imaginables.Con Pasajero 57 se vuelve al mismo subgénero, pero convenientemente puesto al día. En esta ocasión, los problemas que sufren los múltiples pasajeros del enorme reactor L-1011 derivan de encontrarse entre ellos el más temido terrorista del mundo, finalmente arrestado y conducido a Los Ángeles para ser convenientemente juzgado, y tener preparada su banda un plan para liberarle en pleno vuelo. Aunque no han contado con que en el mismo avión viaja el mejor experto del planeta en antiterrorismo y que, como es lógico, desbaratará sus planes y conseguirá que los muertos sean los menos posibles.

Passager 57

Director: Kevin Hooks. Guión: David Laughery, Danos Unidos, 1992. Intérpretes: Wesley Snipes, Bruce Payne, Tom Sizernore, Alex Datcher. Estreno en Madrid: Palacio de la Música, Benlliure, Amaya, Novedades, Aluche.

Así nace un largo enfrentamiento entre él experto John Cutter, encarnado por el actor de color Wesley Snipes, y el brutal terrorista Charles Rane, a quien da vida el inexpresivo Bruce Payne. Un violento policiaco aéreo que, salvo el conveniente prólogo y epílogo y una larga persecución central en una feria, se desarrolla íntegramente en las variadas dependencias de un gran avión de líneas regulares.

El director, el ex actor infantil Kevin Hooks, demuestra con Pasajero 57 una cierta pericia en la realización de este tipo de narraciones violentas insustanciales. Dentro de lo previsible del conjunto y la falta de una intriga propiamente dicha, logra mantener el ritmo, en buena medida porque sólo dura poco más de ochenta minutos, y que resulte creíble la sucesión dé escenas de desatada violencia.

El lenguaje utilizado por Kevin Hooks es tan convencional que la breve vuelta hacia detrás, que explica los remachados problemas sentimentales del experto antiterrorista protagonista, la hace en blanco y negro para no despistar a sus admiradores.

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