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Clinton o la política del avestruz

Antonio Caño

Han ocurrido muy pocas cosas a lo largo de esta Administración en las que Bill Clinton haya conseguido poner de acuerdo a todos los comentaristas de Estados Unidos. Tal vez sólo una: Bosnia. Todos coinciden en calificar de decepcionante y errática la política de Clinton en relación con la primera gran crisis internacional a la que el joven presidente demócrata tiene que hacer frente durante su mandato.A fuerza de indecisiones, contradicciones, errores y amenazas incumplidas, el Gobierno de Clinton ha terminado por confundir a todos y, lo que es peor, por confundirse a sí mismo.

Hoy ya nadie sabe realmente lo que Washington quiere hacer en Bosnia, pero la impresión que más parece aproximarse a la realidad es la de que no quiere hacer nada.

De momento, el resultado de esa confusión es que Bill Clinton ha conseguido irritar a los serbios por amenazar con intervenir militarmente, a los musulmanes por no cumplir con esa amenaza, a los europeos por no respaldar sus iniciativas de diálogo, a los rusos por paralizar sus propuestas en la ONU, a los halcones norte americanos por haberse negado a actuar en solitario, a las palomas de este país por no colaboraren los esfuerzos humanitarios y a la prensa por obligarla a publicar cada día lo contrario del día anterior.

Un breve recuento de la evolución de las posiciones de la Administración norteamericana en diferentes aspectos relacionados con Bosnia explica la confusión reinante:

- Plan de paz Vance-Owen: primero lo rechazó porque perjudicaba a los musulmanes, después lo respaldó "con toda la fuerza de la diplomacia estadounidense" y ahora vuelve a ponerlo en duda porque resulta inaplicable tras el rechazo de los serbios.

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Medidas de fuerza Bombardeos: primero prometió presión por la vía diplomática, después amenazó con alguna medida de fuerza sin especificar cuál y, por último, Warren Christopher reconoció ante el Congreso que los bombardeos son "una complicación del demonio".

Levantamiento del embargo de armas- a los musulmanes bosnios: primero dijo que se estaba considerando, luego que entregaría únicamente la cantidad de armas que permitiese a los musulmanes defenderse sin atacar, ahora no se vuelve a hablar de la cuestión.

- Envío de tropas: primero aseguró que no se enviarían soldados a Bosnia bajo ningún concepto, después que sería posible dentro de un plan de la ONU, más tarde que se enviarían a Macedonia y a Kosovo, aunque no era seguro , y ahora... quién sabe.

- Relaciones con Europa: primero afirmó que confiaba en obtener un consenso con los aliados, después aseguró que algunos europeos ya respaldaban las iniciativas norteamericanas, y ha acabado por admitir que los europeos hagan lo que les de la gana, porque es imposible encontrar un compromiso firme con ellos.

Las discrepancias con Europa, que son las primeras que aparecen en un asunto capital de la seguridad occidental desde la Segunda Guerra Mundial, resultan particularmente graves al tratarse, en el caso de Clinton, de un presidente que está volcado en la política doméstica y que ha abierto ya vanos frentes de conflicto con los europeos en áreas comerciales.

Superar los errores

La tradición marca que los presidentes norteamericanos pueden superar los errores que cometen en política exterior en sus primeros meses -Kennedy y bahía de Cochinos son un ejemplo-, pero Clinton tiene todavía que demostrar que Bosnia será la excepción y no la regla.

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