El rechazo de los 'okupas' al 'sí' desata graves disturbios en Copenhague
El conflictivo barrio de Norrebro en la capital danesa se convirtió en la noche del martes en un auténtico campo de batalla entre 200 y 300 jóvenes okupas e izquierdistas encapuchados, que protestaba por la victoria del sí a la Unión Europea, se enfrentó con piedras y barras de hierro contra la polícía. Diez jóvenes resultaron heridos de bala y 24 policías tuvieron que ser atendidos en hospitales, tres de ellos de gravedad, a consecuencia de los peores disturbios registrados en la historia reciente de Dinamarca en tiempos de paz. Un agente permanecía ayer insconsciente tras haber recibido una pedrada en la cabeza.
La violencia se desató inmediatamente después de conocerse los primeros resultados del referéndum sobre los acuerdos de Edimburgo cuando el Parlamento celebraba la holgada victoria del sí. Norrebro es una zona de clase trabajadora donde conviven en una tensión cada vez más creciente una gran mayoría de emigrantes, jóvenes y parados, y donde los problemas de drogodependencia y alcoholismo son habituales.La zona es tan pintoresca que su cementerio, uno de los más famosos de Copenhague, donde están enterrados los personajes más famosos de Dinamarca, como Hans Cristian Andersen y Sören Kierkegaard, recibe diariamente la visita de parados que con botella de cerveza en mano se reúnen entre las tumbas para beber juntos mientras algunos grupos se tuestan al sol y unas cuantas madres pasean con sus niños.
La manifestación ilegal desembocó en violencia cuando un grupo de entre 200 y 300 jóvenes, muchos de ellos encapuchados, se concentró en la arteria central del barrio y empezó a romper los cristales de bancos y comercios. Se quemó un automóvil y se prepararon barricadas. La policía trató de poner orden pero se vio sumida bajo una lluvia de adoquines del pavimento y de botellas en varias calles del barrio. Los agentes, que al principio hicieron uso de botes de humo y disparos al aire, no llegaron a controlar la situación hasta las cuatro de la madrugada.
Entre los manifestantes había miembros del grupo BZ, integrado por jóvenes anarquistas, algunos procedentes de los barrios ricos del área metropolitana de Copenhague, que no tienen trabajo y ocupan los pisos de las casas rehabilitadas del barrio de Norrebro, cuyos precios los hacen inaccesibles para sus vecinos. Estos jóvenes okupas luchan contra el sistema con métodos en muchas ocasiones violentos y se han granjeado la reputación de que allí donde se concentran, se acaba con problemas.
Protesta organizada
La policía aseguró ayer que la manifestación violenta había sido planeada con anterioridad, y que se investiga quién estuvo detrás de su organización. Anne Mette Möller, vicedirectora de la policía, anunció ayer en una rueda de prensa que se ha detenido a una treintena de manifestantes y aseguró que los agentes no tuvieron más remedio que usar finalmente sus armas cuando fueron atacados violentamente por los jóvenes.
El primer ministro danés, el socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen, condenó ayer duramente los trágicos acontecimientos, a los que calificó de "totalmente inaceptables" y como los peores registrados en la historia reciente del país.
En una rueda de prensa, Rasmussen, defendió la acción policial asegurando que los agentes no tuvieron otra opción que recurrir a sus armas porque "era una cuestión de vida o muerte".
Dos de los jóvenes manifestantes fueron entrevistados ayer por la cadena de televisión TV2 y aparecieron ante las cámaras con las caras cubiertas con pañuelos. Los okupas calificaron la manifestación como la respuesta correcta al "resultado antidemocrático" del referéndum del martes. Los jóvenes argumentaron que los daneses ya habían expresado su negativa a Maastricht el pasado 2 de junio y que la nueva votación sobraba.
El ministro de Asuntos Exteriores, Niels Helveg Petersen, afirmó que los jóvenes manifestantes representan a un grupo aislado que nada tiene que ver con el resto del electorado que vota en contra de la Unión Europea.
"Que se vayan"
En los mismos términos se expresó la agrupación socialdemócrata del barrio de Norrebro al condenar los incidentes y asegurar que ninguno de los vecinos estuvo detrás de ellos. "No tenemos más que desprecio hacia ellos [los manifestantes]. Que se vayan a otra parte, por ejemplo al norte de Copenhague y así les será más fácil encontrar el camino de vuelta a casa", reza un comunicado de la agrupación en relación a la procedencia de clase media alta de muchos jóvenes del grupo BZ. Los socialdemócratas de Norrebro lamentan al mismo tiempo que la policía tuviese que hacer uso de las armas para controlar la situación y recalca que defensores del sí y del no conviven pacíficamente en el barrio.
Este área céntrica de la capital ha votado tradicionalmente en contra de la Comunidad Europea en las cuatro consultas convocadas en Dinamarca.
Los vecinos de esta zona vivieron estupefactos las horas de descontrol y enfrentamientos del martes y vieron desde sus casas la batalla campal que se registraba en las calles, que en otras ocasiones vive la vida nocturna como cualquier capital europea. Niels Mortensen, sociólogo de la Universidad de Arhus, afirmó que la violencia del martes no es en absoluto una expresión de las relaciones entre defensores y enemigos de Maastricht, que mantienen una mera confrontación verbal. Los acontecimientos de anteayer son "una expresión de la seria escalada de violencia de los grupos marginales en contra del sistema".
"Los BZ son un grupo marginal que ha elegido a toda la sociedad como su enemigo", agregó el sociólogo para quien el grupo trata de demostrar que la Unión Europea conducirá al nacimiento de Estados policiales.
Mortensen sostuvo que "los episodios de la noche son alarmantes pero no creo que haya que temer que la gente normal se va a aliar en dos bandos, uno del sí y otro del no".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.