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'JUEVES NEGRO' PARA LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

30 horas de angustia contrarreloj

La política, la coyuntura y la sangría de reservas 'rompen' la peseta

JAVIER AYUSO, La decisión final de devaluar la peseta un 8% frente a las monedas del núcleo duro del Sistema Monetario Europeo estuvo precedida de intensas horas de reuniones, consultas y angustia. Todo comenzó a las 12.00 del miércoles. A esa hora, el ministro de Economía, Carlos Solchaga, y el gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo empezaron a tener claro que la peseta no podía aguantar más.

Los malos augurios respecto al segundo referendo danés sobre Maastricht, unido a los esperados malos resultados de inflación y paro y a la creciente incertidumbre política en España y, sobre todo, a la velocidad a la que se perdían las reservas de divisas, llevaron a los responsables de la política económica y monetaria española a enfilar el Palacio de la Moncloa. Allí les esperaba el presidente del Gobierno, Felipe González, y los tres estudiaron las posibilidades de actuación inmediata.

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La reunión arrojó una decisión clara: no quedaba más remedio que aprovechar la reunión ordinaria del Comité Monetario de la CE, el jueves por la mañana, para plantear otra devaluación de la peseta, la tercera desde septiembre. Y se pusieron manos a la obra, con el mayor sigilo posible. No había que dar pistas a los especuladores.

A primera hora de la tarde comenzaron las consultas con los distintos socios comunitarios, mientras Rojo reunía a su subgobernador, Miguel Martín, y al director general responsable de temas internacionales, Luis Linde, para preparar la estrategia de la reunión de Bruselas. Martín tuvo que llamar precipitadamente a la Comisión, Nacional del Mercado de Valores, para excusar su presencia en el consejo de administración, convocado para las 17.00 horas.

Instrucciones para Bruselas

Paralelamente, Carlos Solchaga y su secretario de Estado de Economía, Pedro Pérez, trabajaban un kilómetro más arriba de la calle de Alcalá, en el Ministerio de Economía, con algunos de sus colaboradores, y en estrecho contacto con el Banco de España. Los datos no podían ser más desesperanzadores.

En menos de dos semanas del mes de mayo -ocho días hábiles-, las reservas de divisas habían caído en cerca de 10.000 millones de dólares -más de 1.000 millones diarios-, que había que sumar a los más de 30.000 millones perdidos desde el mes de septiembre. Más de cuatro billones de pesetas en nueve meses. "Y lo peor", comenta una fuente oficial, "no era la cantidad en sí, porque todavía nos quedaban 30.000 millones de dólares, sino la velocidad de caída que estaba alcanzando en los últimos días".

A eso de las 18.00 horas, el director general del Tesoro, Manuel Conthe, y Miguel Martín -los dos representantes españoles en el Comité Monetario-, partían hacía el aeropuerto de Barajas, donde les esperaba Julio Durán -el experto del Banco de España que acude a las reuniones comunitarias-, con las tarjetas de embarque preparadas. En el avión -vuelo de Sabena 888-, Martín fue comentando a sus compañeros de viaje las instrucciones recibidas: plantear una devaluación de entre el 6% y el 8% y en caso de no ser aceptada, salirse del SME.

Las autoridades españolas iniciaron la jornada del jueves el plan previsto el día anterior. El Banco de España dejaba flotar la peseta, mientras los dos representantes españoles en el Comité Monetario presentaban sus propuestas en Bruselas. Los socios decidieron posponer la decisión hasta comprobar la respuesta que daba el mercado a la flotación de la moneda española. Durante la mañana, la peseta fue depreciándose frente al resto de las divisas del SME, aunque en ningún momento cayó por debajo de la que todavía era su banda inferior de fluctuación.

Después de largas horas de reunión en Bruselas, el Comité Monetario dio el visto bueno a la propuesta española. Poco antes de las 18.00, cuando hablan pasado 30 horas de angustia, el Comité aceptó la devaluación del 8%. Luego vinieron los comunicados, las conferencias de prensa, las rebajas de tipos de interés y las críticas de uno y otro lado. Solchaga cerraba así dos larguísimas jornadas.

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