Una mina de parados
JAVIER CUARTAS, Muchos parados y pocos subsidios. Asturias ha sido hasta ahora una cantera de votos socialistas, pero la crisis económica y la escasa cobertura de las ayudas por desempleo hacen peligrar las cómodas victorias del PSOE. Hasta ahora, esta comunidad era la única de la mitad norte que ha seguido revalidando la mayoría de los socialistas en las últimas elecciones generales y autonómicas.
El malestar y la incertidumbre generados por la superposición de simultáneos y sucesivos procesos de ajuste han propiciado que fuera precisamente esta región la que protagonizase en los dos últimos años el mayor pulso social y sindical al Gobierno socialista de la nación.
En Asturias, amén de sucesivos paros de ámbito sectorial, el 28 de octubre de 1991 se desencadenó la oleada de huelgas regionales que se produjeron en diversas autonomías contra la política industrial del Gobierno, y fue también el territorio en el que, según datos oficiales, la huelga general parcial convocada en el conjunto del país el 14 de mayo de 1992 contra la reforma de las prestaciones de desempleo gozó de mayor y más generalizado seguimiento.
Se ha dicho que Asturias es la región-problema por excelencia. Los datos macroeconómicos no pueden ser más explícitos. En 1960, el producto interior bruto (PIB) por habitante en Asturias equivalía al 118% de la media nacional, y el año pasado estaba ya en el 87%. Y en el último trienio (1989-1992), que coincidió con una de las etapas más prósperas de la economía española, el Principado siguió reduciendo su peso sobre el conjunto del país en términos de población, de producto interior bruto, de renta regional. y de renta familiar disponible.
Escasa cobertura
Es la región con mayor tasa de demandantes de primer empleo y de parados de larga duración. La tasa de paro supera en dos puntos a la media española (en marzo, el desempleo afectaba al 18,6% de la población activa) y es, después de Extremadura, la comunidad autónoma con menor tasa de cobertura del desempleo: percibe prestaciones el 49,5% de los parados asturianos, frente al 68, 10% en el total de los desempleados del país.
Ahora mismo están en reconversión la siderurgia y la minería, que representan el 39% del producto interior bruto de la región. También lo está, aunque de manera silenciosa, la ganadería, otro de los pilares de la economía regional. En los últimos 10 años se han destruido, según los sindicatos, 50.000 empleos. Las dos empresas más importantes de Asturias (las estatales Ensidesa y Hunosa) están aplicando planes para eliminar en muy pocos meses 12.000 empleos. En Hunosa se dan por seguros nuevos ajustes a partir de enero.
La reconversión se cierne también sobre las dos factorías de la empresa estatal Santa Bárbara y se ha anunciado el posible cierre durante medio año de la fábrica de Inespal, también del INI. El grupo privado Duro Felguera, simbólico de la industrialización asturiana, ha presentado expedientes para reducir a la mitad la plantilla de dos de sus filiales más tradicionales en Asturias. Los sindicatos prevén importantes procesos de ajuste en otras empresas industriales y hablan de la "irritación" como el sentir generalizado entre los trabajadores. Han anunciado un "otoño cafiente" gane quien gane en las elecciones, si no hay remedios urgentes para el desmantelamiento industrial. Y aunque mantienen un espíritu hipercrítico hacia el PSOE, ya han dicho que si gana la derecha todo será peor. Asturias tiene la mayor tasa de afiliación sindical.
Pese a la crisis, se mantiene una alta capacidad adquisitiva que modula el malestar de los asturianos. Por razones históricas (modelo industrial, arraigo sindical y predominio del Estado como primer empresario de la región) el Principado es, con el País Vasco y Madrid, una de las tres regiones con la media salarial más alta de España. El problema, por tanto, no es de renta, sino de declive regional y de expectativas de futuro.
Y en ese contexto empiezan a oírse voces de preocupación ante un eventual Gobierno de coalición del PSOE o del PP con los nacionalistas vascos. Se teme al poderío del lobby vasco en Madrid y a la mayor capacidad de presión de una autonomía con mayor techo competencial que Asturias, máxime cuando los intereses industriales de ambas regiones (caso de la siderurgia) se consideran antagónicos. El sentimiento general en Asturias apunta a que el plan diseñado por el Gobierno español para la siderurgia integral recorta las posibilidades de futuro de Ensidesa para salvar en lo posible a Altos Hornos de Vizcaya.
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