El Salón del Comic habla japonés

Se inauguró ayer en el antiguo mercado del Born la edición número 11 del Salón Internacional del Comic de Barcelona, que este año cuenta con Japón como país invitado, cosa absolutamente lógica cuando vemos a diario que la penetración nipona en el mundo del tebeo y los dibujos animados es cada vez mayor. Ocho dibujantes de ese país, acompañados por una corte notable de agentes, esposas y editores, se han desplazado a Barcelona con la preceptiva cámara colgada del cuello. El salón estará abierto hasta el próximo domingo.

Durante la presentación a la prensa de esta edición del Salón del Comic (que se llevó a cabo el miércoles en el Círculo Condal, monumental piso del Ensanche que en tiempos perteneció a un indiano y que actualmente ejerce de club privado para los notables de la villa), los japoneses, probablemente porque no entendían una palabra de nada o simplemente les daba miedo perderse, estaban todos juntos en una salita mientras uno de ellos los inmortalizaba convenientemente en vídeo.Ayer, en el Bom, los japoneses ya se habían desperdigado: había llegado el momento de hacer negocios, actividad para la que se hallan bien preparados. Mientras los dibujantes deambulaban por el recinto con esa tranquilidad que confiere el saber que tus admiradores no pueden distinguirte del resto de los orientales y por tanto no te darán la tabarra, los editores, sentados en sus mesitas, recibían a dibujantes españoles con ganas de labrarse un futuro en el universo del manga, el comic japonés.

Aunque son los que más se ven, los editores japoneses no son los únicos extranjeros que se han dejado caer por Barcelona estos días. En total, 44 empresas foráneas se han instalado en un Born que este año cuenta, entre editores, libreros y demás gente del sector, con casi 200 casetas. El presupuesto, lamentablemente, no ha engordado con respecto al del curso anterior. Cuando Joan Navarro, que este año abandona la dirección del salón para trabajar en la empresa privada, intentó que la Generalitat de Cataluña, el Ayuntamiento de Barcelona y el Ministerio de Cultura se rascaran un poco más el bolsillo se le recordó que el país vive una crisis galopante y se tuvo que conformar con los 60 millones de pesetas de rigor. Un dinero con el que, por otra parte, se ha hecho lo que se ha podido.

Exposiciones

Exposiciones, por ejemplo. Exposiciones como la consagrada a los 35 años de vida de Mortadelo y Filemón, las de los ganadores de los premios del año pasado (Raf, Ralf König, Miguel Gallardo y Miguel Ángel Martín) y, por supuesto, la dedicada a los japoneses, entre los que brilla con luz propia (para los seguidores de este tipo de tebeo que a muchos les resulta incomprensible) el señor Katsuhiro Otomo, creador del célebre Akira, el terror de NeoTokio.Los premios de este año se entregarán en la noche del viernes en el transcurso de una fiesta que se celebrará en La Tierra (el último local de moda hasta que se inaugure otro dentro de 15 días en esta ciudad de hiperdiseño) y en la que actuará el dúo musical Hermanos Ramallets, que han grabado para el salón una bonita versión del clásico Yo quiero un tebeo. (Bajo el rutilante alias Hermanos Ramallets se esconden Ricardo Solfa y Pascal Comelade, por cierto).

Entre los invitados de relumbrón con los que cuenta este año la reunión anual de locos del comic cabe citar a Gerard Lauzier (que presenta su nuevo álbum, Diario del artista, un prodigio de humor agrio y malintencionado sobre su tema favorito, la mediocridad), Ralf König (militante homosexual antes que dibujante de tebeos, autor de la estupenda saga El condón asesino), Alan Davis (estrella del comic book norteamericano), Hugo Pratt (el papá de Corto Maltés, que se pasa la vida diciendo que no soporta los salones de este estilo y, sin embargo, no se pierde ni uno) y Gilbert Shelton (brillante superviviente del underground, creador de los impresentables Freak Brothers y de Wonder Wart Hog, el Cerdo de Acero).

Mucho público, pocas ventas

Una vez más, la respuesta popular y el respaldo de instituciones y medios de comunicación no se corresponden con las ventas en los quioscos, como recordó el miércoles en la conferencia de prensa el presidente del salón, el dibujante madrileño Carlos Giménez, quien aprovechó la ocasión para pedir a los editores valor para editar una buena revista en la que los creadores españoles puedan publicar su trabajo y no tengan que refugiarse en la publicidad o la animación para ganarse el pan.De todas maneras, que este certamen haya sobrevivido, a trancas y barrancas, durante 11 años gracias, principalmente, al voluntarismo de Joan Navarro ya es un éxito. Lo que preocupa al sector de la historieta es la dimisión de este hombre, dado que nadie tiene muy claro quién puede ser el sucesor adecuado.