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Cerco a la malaria

Tres españoles prueban en Tanzania la vacuna antipalúdica del colombiano Manuel Patarroyo

Afecta a 300 millones de personas. Es decir, diez veces más que el sida, si nos atenemos a los datos de las estimaciones más pesimistas sobre el VIH, y treinta veces más si la comparación se hace con las cifras más optimistas. Pero, al contrario que éste, la malaria o paludismo apenas reclama la atención de los medios de comunicación. Un artículo publicado recientemente en la prestigiosa revista médica The Lancet ha situado en primera página de los principales diarios del mundo los avances habidos en la búsqueda de una vacuna eficaz. Tres investigadores españoles colaboran, desde 1991, con Manuel Patarroyo, responsable de la vacuna, en la aventura de poner fin al reino del paludismo en los países tropicales.

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Manuel Patarroyo centra su labor en su país, Colombia y en el resto de Latinoamérica, mientras que los investigadores españoles se han responsabilizado del primer ensayo clínico fuera del área latinoamericana. "La elección de Tanzania se debió a que reunía las condiciones suficientes para desarrollar un ensayo clínico de las características del nuestro. Además, es uno de los países más endémicos. Sólo en la capital, Dar es Salam, se registran 800.000 casos de malaria", afirma Carlos Alonso, del Centro de Biología Molecular (CBM) de Madrid. Junto a él; trabajan en la investigación Manuel Carlos López, director del Instituto de Parasitología López-Neyra, en Granada, y el epidemiólogo Pedro Alonso Fernández, que se encontraba en Tanzania al realizar esta información.Cuentan para su trabajo con el apoyo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) e instituciones como el Instituto de Medicina Tropical de Basilea, en Suiza, y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical, en Londres. A ellos hay que añadir la Organización Mundial de la Salud (OMS), muy interesada en probar la vacuna, denominada SPf66, fuera del territorio latinoamericano, según Carlos Alonso.

La SPf66 es la única vacuna contra el paludismo obtenida por síntesis química, y, según los resultados publicados por Patarroyo en The Lancet, ha protegido al 38,8% de los 1.548 voluntarios vacunados. Por edades, la protección es muy superior: en los niños de uno a cuatro años -que constituyen el grupo más vulnerable a contraer la infección y a morir por ella- el porcentaje asciende al 77%, en adultos de más de 45 años la tasa es del 67%.

Segunda fase

"Después de diferentes trámites y de conseguir por parte de la OMS el visto bueno al protocolo que habíamos diseñado para África, el Ministerio de Sanidad y Consumo español nos concede el 27 de marzo de 1992 la licencia para poder utilizar la vacuna en ensayos clínicos y en octubre del mismo año empezamos a trabajar directamente sobre la población, con la colaboración de los científicos de Londres y Basilea y expertos de la OMS. En estos momentos estamos a punto de acabar la segunda fase del ensayo y comenzar la tercera y última", explica Manuel Carlos López.Este trabajo se está llevando a cabo en la región hiperendémica de Kilombero, a 400 kilómetros de la capital al sureste del país, sobre una población de 600 niños en edades de uno a cinco años, tras una primera fase en adultos para comprobar no sólo la eficacia de la vacuna, sino también su seguridad. Está previsto finalizar en julio de 1994.

La vacuna es suministrada a España desde Colombia sin envasar. De esta operación se encarga el Instituto Llorente a través de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, y, una vez envasada, se traslada al país africano. El CBM de Madrid y el Instituto de Parasitología de Granada, ambos dependientes del CSIC, colaboran con Patarroyo desde 1985 en diferentes proyectos científicos.

"El Instituto de Parasitología ha tenido la suerte", dice Manuel Carlos López, "de trabajar estrechamente con él también en la enfermedad de Chagas, una parasitosis tropical que puede ser muy grave". El CBM, según aclara Carlos Alonso, está trabajando igualmente con el científico colombiano en el estudio de otras dos infecciones, la leishmaniosis y la tripanosomiasis.

Desde que en 1988 Patarroyo publicara en la revista Nature los resultados de la aplicación. de la vacuna un año antes y por primera vez en humanos, ésta ha sido ya probada en 41.000 personas de Colombia, Brasil, Ecuador y Venezuela. Sin embargo, los pasos seguidos por el científico colombiano, de 46 años, han sido observados siempre con gran escepticismo por la comunidad científica internacional, incluida la propia OMS.

Sin apoyos

Junto a un equipo de 54 investigadores, y tras fundar el Instituto de Inmunología del hospital San Juan de Dios, en la Universidad de Bogotá, Patarroyo empezó a trabajar en la búsqueda de la vacuna contra el paludismo cuando contaba 32 años.En una entrevista concedida a EL PAÍS a finales de 1989, este médico e investigador, que ha decidido donar su vacuna a la humanidad a través de la ONU, confesaba que, a pesar de todo el apoyo que recibe en su país, es muy duro hacer ciencia en Colombia y ser aceptado por países como Estados Unidos, que marca las pautas de la investigación biomédica en el mundo.

Este lamento es compartido por sus colaboradores españoles. "Los sucesivos trabajos llevados a cabo para probar la vacuna en humanos han sido siempre acogidos con reservas", admite Carlos Alonso. "Es normal que la comunidad científica asista con cautela a los pasos que se dan en la investigación", añade, "pero también es cierto que si Patarroyo hubiese sido norteamericano tal vez su vacuna ya estaría universalizada, porque se habría acelerado el proceso de investigación al invertirse grandes sumas de dinero".

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