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300 millones de infectados

"El sida es una enfermedad que aterra y ante la que todos los países desarrollados están sensibilizados. Hablar, sin embargo, del paludismo resulta ajeno a los occidentales porque es una enfermedad tropical, propia de países exóticos. Pero en estas regiones causa verdaderos estragos. Sólo en la población infantil arroja un balance anual de dos millones de muertos", afirma Pedro Alonso.Se calcula que de los 300 millones de personas infectadas que existen en el mundo, el 90% está concentrado en el África subsahariana. En esta zona es donde se produce también el mayor número de muertes que causa la enfermedad, acercándose al 90% el total de los fallecimientos.

Esta infección, una de las enfermedades más mortales del planeta, es endémica en un gran número de países pantanosos del mundo. Conocida desde la antigüedad, aparece en las zonas tropicales y ecuatoriales, como los países de América Central y del Sur, así como el sureste asiático. Considerando la elevada población de los países afectados, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 32% de los habitantes del planeta se encuentra en zonas endémicas. Hay 1.700 millones de personas en riesgo de contraer la infección.

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Cerco a la malaria

El paludismo o malaria está producido por un microorganismo parásito, el Plasmodium falciparum, descubierto en 1881. El parásito penetra a través de la picadura de un mosquito del género Anopheles, vector indispensable para transmitir el Plasmodium. Para que exista el parásito patógeno y el mosquito que transmite el paludismo, tienen que darse unas condiciones muy concretas de temperatura y humedad, que deben mantenerse dentro de unos límites que oscilan entre los 61 grados de latitud Norte y los 30 grados de latitud Sur.

El síntoma principal es la fiebre, que sobreviene por accesos. Si no se logra detener la infección con el tratamiento adecuado, puede repercutir en órganos vitales como el hígado, los riñones, el páncreas y las glándulas suprarrenales, hasta producir la muerte.

Doble filo

La quinina permitió luchar eficazmente contra el paludismo tratando a las personas enfermas y protegiendo a las sanas con pequeñas dosis. El progreso de la farmacología a partir de las primeras décadas del siglo XX dio lugar a modernos productos eficaces. Sin embargo, este avance se ha convertido en un arma de doble filo. Porque tanto el mosquito vector como el propio parásito de la malaria han ido desarrollando resistencias contra las drogas administradas. Esto ha hecho que se dispare el porcentaje de personas en riesgo de contraer la infección, pasando del 10% en los años sesenta al 32% actual.

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