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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Filesa sigue

PARA DESGRACIA del PSOE, nada augura que el caso Filesa no seguirá coleando. Ni la disolución de las cámaras y el consiguiente adelanto de las elecciones, ni las dimisiones de sus escaños de diputado de Guillermo Galeote y Carlos Navarro, previamente decididas por la ejecutiva socialista, implican una desactivación del caso. Ni política ni judicialmente.Políticamente: los posibles cambios en el escenario judicial del caso no van a impedir su utilización (hasta llegar al paroxismo de Aznar, al afirmar que la victoria socialista de 1989 fue gracias a la financiación irregular de Filesa) como el más incisivo aguijón electoral contra el PSOE en manos de quienes lograron librarse del de Naseiro por los pelos de determinadas -y a la postre afortunadas para ellos- irregularidades procesales. Judicialmente: sea cual sea el lugar exacto donde deba ubicarse a partir de ahora la investigación sumarial, es; temerario deducir que no va a ser continuada con el mismo celo y con igual rigor que los empleados por el juez Marino Barbero.

Quienes hablan en términos tales como que "al juez Barbero le birlan Filesa" hacen un flaco favor a la credibilidad e independencia de la justicia. Y quienes, como Federico Trillo, responsable de asuntos jurídicos del Partido Popular, insisten en calificar de "fraude procesal para eludir las responsabilidades del PSOE en el caso Filesa" las dimisiones de sus escaños de diputado de Guillermo Galeote y de Carlos Navarro caen en ese tipo de descalificaciones institucionales que nunca deberían estar en labios de un dirigente político responsable. ¿O es que, a su entender, el posible traslado de las actuaciones del caso Filesa a un juzgado de instrucción, al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, a la Audiencia Nacional o a cualquier otro órgano jurisdiccional supondría algún tipo de falla en el deber de la justicia de perseguir el delito?

En todo caso, todavía no está claro que la instrucción del asunto Filesa no deba seguir en manos del juez Barbero y que su enjuiciamiento no sea tarea en su. día de la Sala Segunda del Supremo. Pero eso es secundario. Es una cuestión de forma -depende de si en la causa sigue o no algún implicado con la condición de aforado- pero no de fondo. Lo decisivo desde las exigencias del Estado de derecho es que la justicia actúe con rigor, sea cual sea el juez o el tribunal en concreto al que corresponda hacerlo. Las comparaciones odiosas sólo sirven para desacreditar la función judicial como tal. Además, los criterios de los proclives a hacerlas son harto cambiantes. ¿Se explicaría de otro modo que quienes tiemblan hoy ante la hipótesis de que el caso Filesa escape de la jurisdicción de Barbero sean los mismos que, en ocasiones, no han dudado en arrojar sospechas sobre la independencia de, los jueces del Supremo por suponerlos más próximos al poder que los de otros tribunales?

De aquí al lunes, la Sala Segunda del Supremo deberá pronunciarse sobre el camino procesal a seguir en el caso Filesa. Su decisión, cualquiera que sea, no afectará ni un ápice a lo fundamental: la investigación de, la supuesta financiación irregular del PSOE puede salir de las manos del juez Barbero pero queda en las de la justicia. Es lo que importa.

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