_
_
_
_
DANZA

Sobredosis e inmodestia

Es difícil sostener una función con tres ballets del mismo autor, sobre todo si las piezas están hechas a partir de un vocabulario estrecho. Como menú degustación de una vez, vale; pero tres tazas del caldo, resulta un exceso peligroso, hasta el punto de que el espectador, ya en pleno colocón, puede creer que ve un ballet único en tres actos, con un hipotético argumento que se desarrolla primero en Valencia, luego en Haití y finalmente en una casa de masajes para rituales duros.Una vez más, el programa de Duato y su mutante agrupación es un error que peca de inmodestia al parangonar su obra personal con la de su maestro y amigo, el checo Jiri Kylian, del que la propia Compañía Nacional de Danza ofertará un monográfico a partir del próximo día 23.

Compañía Nacional de Danza

Mediterránia: Nacho Duato / Jerónimo Maesso; Rassemblement: N. Duato / Toto Bissainthe; Cautiva: N. Duato / Alberto Iglesias. Teatro de Madrid, La Vaguada. 12 de abril.

Duato cree y concibe el estilo personal como la repetición de algunas fórmulas, pasos y combinaciones, por otra parte no originales, sino heredadas y a veces bien asimiladas, de su bregar por los territorios estéticos de Mats Ek en el Cullberg Ballet de Estocolmo, del propio Kylian en el Nederlands Dans Theater de La Haya, y de una serie de ramalazos ajenos donde se mezclan el ya inevitable William Forsythe con la danza-teatro actual. El envoltorio cambia y hasta momentáneamente obnubila, pero la sustancia coreográfica cae por su propia- falta de peso específico. La traca, como su nombre indica, es tan pasajera que nada queda después del ruido. Pocas nueces logran encontrarse tras la bulla apabullante.

No ha entendido el valenciano que sus maestros inspiradores han sido sobre todo artistas plurales, abiertos, luminosos. Huyendo de su origen mediterráneo, Duato se ha vuelto tenebrista, sufrido y oscuro, casi melodramático. Sus últimos ballets, a excepción de Rassemblement que tiene un alto contenido humanístico y funciona, son actos fallidos, ostentadores de los altos presupuestos de que dispone y dilapida. La verdad es que, hoy por hoy, se le dan mejor los spots televisivos, ya sean para revistas marujiles o (paradojas del destino) anunciadores de videos de ballet clásico.

El estreno riguroso, Cautiva, es un grupo de escenas sobre una música realmente bella que no funciona para bailar. Obra confusa, llena de tensión y desgarro, más parece ligada al folletín sadomasoquista que a un discurso sobre los afectos humanos. Es un tipo de baile ilustrativo y gestual que resuma un machismo maquillado de lirismo. La danza de Cautiva, de una evidente y casi insultante misoginia, maltrata a la mujer, la degrada y la sitúa como perdedora de todas las batallas del amor y la pasión. Los trajes, del propio Duato, son muy hermosos, y vuelven al terciopelo granate que tanto usó el Nederlands en otros tiempos.

Polémica de fondo

El trabajo de Nacho Duato en España se sigue viendo empañado por la polémica y por los errores a que lo han conducido una ausencia de verdadera política cultural para la danza y una orientación equivocada de lo que pudo ser un buen proyecto. Su compañía, que es una agrupación personal, de autor, funciona como tal. Es un producto limitado que no puede pretender ser la cátedra y la única razón de la danza y el ballet españoles, algo que inquieta y angustia a profesionales y público.Pero en la historia de la danza el caso no es nuevo aunque si abismal y cismático para toda una generación de buenos bailarines de ballet. El tiempo decanta, lava, ordena. Es una ley de la vida y del arte que distingue lo bueno de lo malo, lo trascendente de lo efímero, lo verdadero de lo falso. El verdadero ballet volverá, tiene que volver, y no por ello la compañía de Duato deberá desaparecer, sino ocupar su justo papel, que debería abrirse a los emergentes coreógrafos locales y apoyar la nueva danza española, que existe y está en crisis.

Hay que mencionar a África Guzmán y Catherine Allard, espléndidas bailarinas entregadas y fuertes en lo técnico; y a TonyFabre, quizá el mejor elemento masculino del conjunto, un virtuoso que no le teme a nada sobre el escenario y que arrastró los mayores bravos y chillidos del club de fans.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_