La capital del desperdicio
Los madrileños disponen de más zonas verdes que ninguna gran ciudad europea, pero son los que más ensucian sus calles
El color de Madrid no es el verde, y menos ahora, por mucho que se empeñen las autoridades en resaltar el alto porcentaje de 10 metros cuadrados de parques y jardines por habitante en comparación con otras grandes urbes europeas. Los madrileños no sólo destacan por producir mucha suciedad, sino por su capacidad para desperdiciar energía, materias primas y residuos. La primera agresión contaminante comienza, tanto por acción como por omisión, en las casas. El Ayuntamiento de Madrid y la Agencia de Medio Ambiente de la Comunidad se ocupan en gran medida de amortiguar estas agresiones, pero cuando ya han ocurrido. La relación de actuaciones municipales es inacabable, aunque insuficiente.
Los ciudadanos, tras años de ensoñación colectiva propia del primer mundo, empiezan ahora a colaborar. La concejal de Medie) Ambiente, Esperanza Aguirre, dirige sus esfuerzos a verdear el aire, el agua y el suelo de la ciudad, y a atajar los "instintos arboricidas" de sus moradores.Suelo. La historia de la recogida selectiva de vidrio en Madrid sólo tiene un decenio. Desde entonces se han recuperado 22 millones de kilos. Los madrileños han introducido durante 1992 en los 1. 5 10 contenedores repartidos por la ciudad un total de 7.190.612 kilos de vidrio, el doble que el ejercicio anterior, año en el que ya se había duplicado la colecta.
La recuperación de papel o cartón ha dado sus primeros pasos. Las experiencias en algunos distritos han obtenido tan contundente respuesta que en el primer año han acopiado 1.893.170 Kilos, pese a que se reconoce que el diseño de los contenedores es poco acertado. También han funcionado las campañas periódicas para recoger los muebles y electrodomésticos viejos. El Ayuntamiento avanzó el pasado 16 de marzo un escalón al inaugurar en el barrio del Pilar el primer centro de recogida y reciclaje de Madrid.
La separación en origen de la basura orgánica, propia de sociedades ecológicamente avanzadas, sólo gatea. Los madrileños no han dado aún el paso de tener varios cubos en casa para dirigir el destino de sus desperdicios. La concejal considera un gran logro haber pasado de mantener todas las basuras generadas por los madrile nos - 1,125 kilos diarios por cada uno de los tres millones de habitantes- en el vertedero de Valdemingómez a dirigirlas ahora hacia un sistema de reciclaje integral.
La meta está lejos. El municipio puso en servicio el 20 de febrero una planta de reciclaje que resucitará hasta un 13% de la basura Cuando se libre la batalla por la incineración, a la que se oponen los ecologistas, este porcentaje ascenderá hasta un 36%.
La canalización oficial de las pilas usadas ha sido menos fructífera. Chocó con el fracaso de la iniciativa nacional emprendida desde el Ministerio de Obras Públicas y con la rivalidad política que separa a los responsables medioambientales del Ayuntamiento y de la Comunidad.
Medio Ambiente retiró de la calle el año pasado 11.945 coches abandonados y renovó 10.000 papeleras de las 37.000 existentes. Aguirre presume de ser la única responsable medioambiental de España que planta árboles.
Aire. Respirar en Madrid no es sano durante muchos días al año. Así lo reflejan al menor contratiempo meteorológico la mayoría de las 24 estaciones medidoras, como se comprobó en enero, cuando el alcalde tuvo que declarar la "alerta atmosférica".
La Concejalía de Medio Ambiente ha fomentado económicamente la sustitución de un 20% de las viejas calderas de carbón por otras nuevas de gas o eléctricas, con lo que se han eliminado del aire unas 2.000 toneladas anuales de dióxido de azufre. Ningún madrileño ha pedido ayudas económicas para montar una instalación de energía solar, que están subvencionadas hasta en un 70%.
Sobre la emisión de partículas y dióxido de azufre de los escapes de los coches poco se puede hacer. Se podría potenciar el transporte público y restringir el tráfico privado, pero no se hace. También ayudaría comprar autobuses municipales impulsados por combustibles menos contaminantes.
El municipio ha elaborado un mapa acústico y una ordenanza para sujetar el fácil recurso a las sirenas de urgencia. No ha servido de mucho. En dos terceras partes del distrito Centro se superan -entre las diez de la mañana y las seis de la tarde- los 65 decibelios, límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Agua. La sequía ha dejado en evidencia la red de suministro a Madrid, y las praderas de los parques han sido las primeras víctimas. Las reservas de los 12 embalses de la Comunidad (900 millones de metros cúbicos) se quedaron cortas para el crecimiento de la población y, sobre todo, para la voracidad consumidora de los madrileños (600 millones de metros cúbicos anuales).
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