Benegas difunde su carta de dimisión a González y declara abierta la guerra contra los renovadores
El aparato del PSOE declaró ayer abierta virtualmente la guerra interna del partido. En un comunicado de prensa con membrete de la Ejecutiva Federal, el secretario de Organizacíón del PSOE, Txiki Benegas, difundió ayer la carta en la que pone su cargo a disposición de Felipe González, justificándolo en la quiebra de la solidaridad que, a su juicio, han provocado "algunos ministros que se amparan en el anonimato y renovadores de la nada" que no reconocen la legitimidad de la actual ejecutiva que salió del último congreso. En una reunión con Alfonso Guerra, Benegas decidió difundir a las 15.00 la carta que ya había remitido el 1 de abril a González. La carta no cita el caso Filesa, por el que algunos renovadores piden la cabeza de Benegas.
La ausencia de referencias a las responsabilidades políticas sobre Filesa como causa de su decisión coloca a Felipe González en una situación muy complicada que se tendrá que definir en la ejecutiva del próximo sábado.La decisión de difundir la carta, poco antes de las tres de la tarde, fue del propio Benegas que hizo partícipes, en una reunión ínformal, al vicesecretario general, Alfonso Guerra y al responsable de Finanzas, Francisco Fernández Marugán.
La dimisión de Benegas ya fue adelantada por EL PAIS el pasado viernes. Lejos de apaciguar las aguas del PSOE, la difusión del contenido de la carta las ha revuelto aún más; dado que en nada se alude al asunto aparentemente en cuestión cual es el reconocimiento o no de responsabilidades políticas por el caso Filesa. Por el contrario; Benegas entra de lleno en el conflicto interno abierto desde hace dos años cuando los renovadores no consiguieron que se formara una ejecutiva de su agrado sino que- el vicesecretario general, Alfonso Guerra, formó la dirección que quiso con el apoyo del cien por cien de los delegados. Por primera vez se reconoce en la dirección del PSOE el profundo calado del conflicto.
Benegas refleja en su carta dolor y reproches por lo que cree actitudes insolidarias de compañeros de su partido "Creo no haber eludido nunca ni mis propias responsabilidades, ni las de mis compañeros", señala.
Después hace un canto a la necesaria solidaridad interna y afirma que ese valor y el de la lealtad se han quebrado. A continuación entra en el meollo del problema según la percepción del actual aparato del PSOE desde hace mucho tiempo, aunque antes afirma que no puede admitir que su limpieza en la vida pública sea puesta en tela de juicio "por algunos miembros del Gobierno o por renovadores de la nada".
'Tretenden desde hace tiempo deteriorar y deslegitimar la autoridad de quienes fuimos elegidos en el último congreso del partido con el máximo apoyo de la organización". Benegas escribe que nada de lo que ocurre es "casual". "Los que emprenden aventuras de este tipo creen contar, sin razón alguna seguramente, con sus correspondientes patrocinadores o apoyos, que desde luego creo que no están entre los militantes del partido". Benegas hace alusión implícita al apoyo que sectores renovadores dicen tener de González.
Reconocer o no
Así las cosas Benegas ha dejado una papeleta muy dificil a Felipe González que tiene que decidir si en la ejecutiva del próximo sábado acepta la dimisión del secretario de organización cuando éste ha querido poner de manifiesto que las razones que le empujan a ello no están en relación con las acusaciones de corrupción que se extienden por el PSOE sino por la pelea interna.Fuentes socialistas aseguran que Benegas ya había manifestado a González en diversas ocasiones su disposición a dimitir si se llegaba a la conclusión de que el PSOE tenía que reconocer ante la opinión que, al margen de las futuras decisiones judiciales, había responsabilidad política por el -caso Filesa.
La última vez conocida fue hace dos semanas cuando González fue abucheado por estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid y declaró que estaba dispuesto si era preciso a asumirla en nombre de su partido.
La pasada semana los hechos se precipitaron y al margen de que Benegas hubiera puesto, sin darlo a conocer, su cargo a disposición de González algunos empezaron a invocar su nombre como la persona idónea para que dimitiera y no se hiciera efectivo el anuncio de Felipe González de no dudar en asumir personalmente la responsabilidad.
En este diálogo imposible entre socialistas los renovadores empezaron a dar el grito de 'hay que salvar a Felipe González" por lo que tenían que caer cabezas de miembros de la ejecutiva y, concretamente la de Benegas, aunque algunos hablaron también de Alfonso Guerra. La reacción de la cúpula fue de indignación al considerar "injusto" hablar de inhibición cuando Benegas estaba dispuesto.
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