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La ONU estudia desplegar unidades de combate en Srebrenica para evitar una matanza de civiles

El alto el fuego refrendado el sábado por los serbios en Bileca se ha evaporado en Tuzla, habitada por 70.000 musulmanes, en el norte de Bosnia-Herzegovina, donde ayer, en vísperas del primer aniversario del estallido de la guerra, se produjeron intensísimos bombardeos. En Srebrenica, los ocho camiones de las Naciones Unidas que entraron para dejar alimentos salieron sin un solo refugiado. Las fuerzas de la ONU estudian desplegarse en esta zona de Bosnia para evitar una nueva matanza de civiles. Por otra parte, ayer se reanudó el puente aéreo sobre Sarajevo tras dos semanas de suspensión por los disparos efectuados contra un avión británico. En la asediada capital bosnia hubo ayer al menos ocho muertos y 28 heridos. Entre las víctimas había 14 niños (uno de los cuales murió) que jugaban en la calle.

Los camiones blancos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han regresado a Srebrenica. De los 16 que formaban el convoy, sólo ocho pudieron entrar en la ciudad. Ninguno salió con refugiados. Las autoridades locales lo impidieron, según un portavoz de ACNUR, quien no confirmó las noticias difundidas por la agencia serbia Tanjug, que informaba de incidentes entre la población y las autoridades musulmanas.La situación militar de Srebrenica es desesperada. Por ello, el mando de las fuerzas de la ONU (Unprofor) quiere desplegar unidades de combate en la ciudad para proteger a los cerca de 60.000 civiles musulmanes, pues de caer en manos serbias teme que se produzca una sangrienta limpieza étnica.

De no llevarse a cabo esta operación, la caída de Srebrenica se produciría tal vez en semanas, y se desencadenaría un nuevo éxodo, hacia Tuzla, donde ayer se produjo un Intenso bombardeo que rompe el alto el fuego proclamado por los serbios. Se liquidaría así la posibilidad de realización del plan de paz Owen-Vance, que prevé en esta región una provincia autónoma musulmana.

Morillon advierte

Medios cercanos al general Phillipe Morillon, comandante en jefe de la Unprofor en Bosnia, manifestaron ayer que ya se ha expuesto al mando serbio esta intención y que cualquier intento de bloqueo agravaría la posición serbia ante el Consejo de Seguridad en la ONU.

Morillon envió a Nueva York, en la madrugada de ayer, un durísimo comunicado contra la actitud serbia de obstrucción a los convoyes de ayuda humanitaria. Estas quejas coinciden con las expresadas por la máxima responsable del ACNUR, la japonesa Sadako Ogata, en una carta enviada al secretario general de la ONU, Butros Gali. En ella, denuncia la obstrucción a las tareas humanitarias por las fuerzas serbias. Ogata pide nuevas medidas del Consejo de Seguridad para forzar a las milicias a cumplir con sus compromisos.

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El donostiarra José María Mendiluce, máximo responsable del ACNUR en los Balcanes, se entrevistó ayer en Sarajevo con el presidente bosnio, Alia Izetbegovic, para pedirle que intervenga ante sus mandos militares en Srebrenica y Tuzla (que niegan la salida de los refugiados aduciendo que ésta favorece la limpieza étnica), para que permitan la evacuación, al menos, de los heridos y de la parte más necesitada de la población hacinada. En Srebrenica, por ejemplo, sus 15.000 habitantes en tiempos de paz se han multiplicado hasta los 60.000, debido a la llegada de los musulmanes huidos de otras zonas.

Según manifestó Mendiluce a EL PAÍS, los mandos militares bosnios les han advertido que podrían disparar contra las ruedas de sus camiones "para impedir la salida de los refugiados que consideran sirve a los fines de la limpieza étnica". "Dejándonos atascados allí se sentirían más protegidos", aseguró el responsable de ACNUR. Mendiluce se mostró convencido de que Izetbegovic le ayudaría a vencer la resistencia de los mandos militares.

Medios del ACNUR insisten en que la situación en Srebrenica supera todo lo visto en esta guerra hasta ahora, pero descartan un cambio real de actitud de las fuerzas serbias mientras no haya voluntad política internacional de tomar represalias por las violaciones del compromiso de facilitar libre acceso a los convoyes humanitarios.

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