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CITA EN VANCOUVER

Yeltsin alerta de nuevo sobre la vuelta del comunismo

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, recurrió ayer al fantasma del comunismo para movilizar los recursos y las simpatías occidentales en pro de su causa al llegar a Vancouver (Canadá), donde dio comienzo la primera cumbre entre el líder ruso y el presidente norteamericano, Bill Clinton. El histórico cambio de sistema que está viviendo Rusia se ve dificultado por los comunistas, señaló Yeltsin, al salir del encuentro protocolario que mantuvo con el primer ministro canadiense, Brian Mulroney, en una residencia oficial con vistas sobre el Pacífico.

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"Los comunistas quieren la venganza para arrojar a Rusia hacia el pasado", dijo el presidente, que poco antes había rechazado el paraguas y soportado estoicamente la lluvia a cuerpo gentil, mientras pasaba revista a la compañía militar que le rindió honores en el aeropuerto de Vancouver.El presidente ruso expresó su esperanza de completar con éxito la reforma gracias a la ayuda de la comunidad internacional. Agregó, sin embargo, que la ayuda no debe ser ni demasiado grande ni demasiado pequeña. "Demasiado no es bueno y demasiado poco tampoco es bueno", afirmó Yeltsin. "Demasiado sería malo, porque los comunistas nos atacarían y dirían que dependemos de Occidente. Necesitamos una suma óptima que sea suficiente para continuar las reformas y no permita la vuelta al poder de los revanchistas", señaló Yeltsin. Antes de abandonar Rusia, el presidente había mencionado la cifra de 100.000 millones de dólares que, según dijo, habían sido necesarios para pagar la reunificación de Alemania. Yeltsin agradeció por otra parte al primer ministro canadiense el anuncio de una inyección de ayuda económica por valor de 200 millones de dólares.

En Vancouver, Yeltsin trata de demostrar que tiene bien sujetas las riendas de la situación en su país, aunque se haya visto obligado a abandonar el territorio de la Federación Rusa durante algo más de un día. "El maletín y el botón nuclear están con el presidente", afirmó en Vancouver Anatali Krasikov, jefe del servicio de prensa de Borís Yeltsin.

El presidente ha reconsiderado sus planes de viaje y ha vuelto a incluir en ellos unas escalas en el territorio ruso que han sido calificadas de "políticas" por Krasikov. De camino hacia Vancouver, se paró en Magadán, la antigua sede de los campos de concentración estalinistas del lejano oriente soviético. De vuelta hacia Moscú hará una escala en Kamchatka y de allí volará hacia Bratsk, un importante centro industrial de Siberia, donde se halla emplazada una poderosa central hidroeléctrica.

Las escalas de Yeltsin en territorio ruso habían sido previstas inicialmente, pero fueron eliminadas cuando se agudizaron las tensiones entre el presidente y el Congreso. Su reinclusión en el programa parece indicar que Yeltsin es más consciente que antes de que las provincias rusas van a tener un papel fundamental para resolver la crisis política que hoy vive el país.

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Yeltsin espera que la Administración norteamericana le ayude a completar la tarea iniciada en agosto de 1991, cuando se opuso al intento de golpe. El apoyo político de Bill Clinton tiene una utilidad muy limitada ante la opinión política rusa, demasiado acostumbrada a contemplar los "éxitos" internacionales del presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, sin verlos traducirse en una mejora de su nivel de vida.

El apoyo económico norteamericano es algo más sustancioso, a los ojos de los dirigentes rusos. Conscientes de que los créditos disponibles van a ser limitados, los representantes del Kremlin centran hoy sus reivindicaciones en la búsqueda de unos mercados más favorables para aquellos productos rusos competitivos internacionalmente.

Eliminar las trabas

Moscú quiere que Estados Unidos elimine las trabas que pesan sobre el uranio enriquecido ruso, y de cuya venta Rusia espera obtener pingües beneficios. Moscú quiere también mejorar su posición en el mercado de lanzamiento comercial de satélites, en el aeronáutico y en el de venta de armas. Desea además que Washington se olvide de las objeciones que tiene planteadas ante la venta de tecnología balística rusa a la India.

Los representantes rusos tratan desesperadamente de buscar salidas para los sectores industriales donde la URSS tenía un papel de vanguardia. Los éxitos en estos campos podrían contribuir a calmar a la oposición nacionalista, que acusa a Yeltsin de fomentar la transformación de Rusia en una colonia exportadora de materias primas. También podrían suavizar el clima antioccidental existente hoy en Rusia, basado en la idea de que los países industrializados van a hacer lo posible para lograr hundir a Rusia como posible competidor futuro.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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