Historia universal del bolero

El bolero es oscuro, nocherniego, húmedo, embaucador, ambiguo y sutil como la tentación. Esta Antología del bolero es, además de todo eso, barroca, lujosa, mestiza y tropical; puede convertirse en la gran tentación de la gran temporada para los amantes del frenesí y las desmesuras pasionales. Porque es un magnífico espectáculo. Doce variopintos vocalistas cubanos hacen un recorrido por los más famosos y arrebatadores boleros de todos los tiempos. Están acompañados por diez músicos exquisitamente profesionales bajo la batuta del compositor y arreglista Rey Montesinos, que fue director de la orquesta del cabaré Tropicana. La coreografía es pomposa, eficaz, grandilocuente, como de película. El guión y dirección de Ángel F. Montesinos son fundamentales para dar forma y ritmo escénico a tan desmesurados materiales.La primera parte del espectáculo es magistral. Se trata de presentar al bolero en su contexto histórico, lo cual implica matices didácticos que podrían hacer oneroso el desarrollo de la función. Pero no ocurre nada de eso. Todo lo contrario, el sagaz Ángel F. Montesinos lo soluciona mediante dos vocalistas-presentadores que, con un guión ágil y perfectamente documentado, consiguen imprimir un ritmo fresco y sensual al repertorio. Cada canción es una explosión de colorido y exotismo. Los vocalistas lucen toda una teoría de modelos a cual más sorprendente, con diseños de vestuario que abarcan desde los años veinte hasta los sesenta.

Prácticamente la totalidad de los temas que se interpretan son de esos que han dado la vuelta al mundo. Los cantantes son dispares: desde el típico y mítico vocalista de cabaré, con sus delicados toques cursis y un tanto empalagosos, hasta las dos divas operísticas, María Lourdes García y Alina Sánchez, que hacen versiones sorprendentes de Siboney y Mi viejo San Juan. O, por ejemplo, el moreno Ricardito, que con diminutivo tan espasmódico aporta raíces pícaras, salseras, de cha-cha-cha.

. Porque el bolero tiene muchas variantes: los hay totalmente melódicos, y los hay mestizos, mamberos, incluso algo rockeros. No en vano los Beatles estaban fascinados por Bésame mucho y la grabaron varias veces en cintas piratas que andan por ahí. No en vano un bolero de Agustín Lara, Piensa en mí, ha significado el lanzamiento multitudinario de nuestra Luz Casal.

Hubo, el día del estreno, un lunarón: se pretendió hacer una especie de popurrí con El reloj y La barca (nada menos). Mundito González cantaba una estrofa de El reloj y Esther Yanes le replicaba con otra de La barca: naufragaron, porque lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.

Extraña que en una antología tan completa faltaran algunos boleros sublimes como Tres palabras, Somos o Mirando al mar.

Una gran ovación del público puesto en pie fue el colofón de esta noche mágica, onírica.