Pesimismo sobre los programas espaciales tripulados europeos en la reunión de la ESA
El pesimismo sobre la continuación de los programas tripulados espaciales predominó en la reunión del consejo de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que terminó ayer en París. La postura de Alemania, que manifestó reservas de todo tipo sobre el futuro del laboratorio tripulado Columbus, un proyecto del que ha sido impulsora hasta ahora, fue determinante. En la reunión, que finalizó sin que se anunciaran resultados concretos, se discutió el aplazamiento del compromiso de cada país con los programas mientras no se conozca el futuro de la estación espacial internacional Freedom.
Los delegados de los 13 países miembros clausuraron anoche en París sus discusiones en torno a los detalles de los diversos programas espaciales, dentro de un ambiente de franco pesimismo sobre la continuación del laboratorio Columbus y del Hermes. No estaban en discusión los demás programas, sobre observación de la Tierra y comunicaciones entre otros. Está prevista una reanudación de los debates de la reunión a lo largo de la semana que viene.La falta de dinero ha sido el arma esgrimida por varios países, entre ellos España, para plantear su salida definitiva o la disminución drástica de su contribución a la construcción del laboratorio Columbus, el principal tema en discusión. Este módulo iría acoplado a la estación Freedom, cuyo rediseño para hacerla más pequeña y barata ha sido pedido por el presidente Clinton.
España
España fijó en 1992 el gasto destinado a los programas de la ESA en 95.000 millones de pesetas hasta 1998, lo que supone poco más de un 4% del presupuesto total del organismo internacional. En 1993, la contribución española es de 13.000 millones de pesetas, de los cuales aproximadamente un cuarto se destinan a los programas Hermes y Columbus. España gastó unos 5.700 millones de pesetas en el Hermes en los últimos cinco años. La delegación española no ha hecho facilitado datos sobre el gasto equivalente en el programa Columbus.En vez de anunciar el final de los programas tripulados, la ESA mantendrá este año un pequeño número de contratosa la industria que permitan terminar algunos proyectos en marcha y eviten dar la impresión de cancelación definitiva. El país más afectado por la cancelación sería Alemania, donde se iba a empezar a construir este año la mayor parte del Columbus.
Un error
La decisión de la ESA de meterse en grandes y costosísimos programas tripulados es vista ahora como un error histórico por muchos de los especialistas. La crisis económica, el derrumbamiento de la Unión Soviética y las dudas sobre la rentabilidad de enviar hombres al espacio, son algunos de los factores que han puesto en evidencia este error.La crisis de los programas espaciales europeos empezó en noviembre de 1991 en Múnich, cuando los ministros de los 13 países miembros decidieron posponer durante un año la decisión sobre los presupuestos para los próximos 10 años mientras se estudiaban las posibilidades de cooperación con Rusia, Japón y Estados Unidos.
Se agravó el pasado mes de noviembre en la siguiente reunión ministerial celebrada en Granada, cuando se canceló prácticamente el proyecto de iniciativa francesa de construir un pequeño transbordador, el Hermes, que quedó reducido durante los siguientes tres años a una serie de estudios sobre proyectos inconexos.
Ahora, la crisis, que afecta incluso a la estructura interna de la ESA, ha entrado en la fase final, y deja en el aire, entre otras cosas, el futuro de los seis astronautas seleccionados en 1991 por la ESA para sus vuelos. Tres astronautas, entre ellos el español Pedro Duque, han iniciado el entrenamiento en Rusia para efectuar un vuelo conjunto en 1994.
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