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LAS VENTAS

Palomo echa un borrón

Sebastián Palomo Linares se ha colgado muchas medallas por el magnífico juego en general de sus novillos, adornados con el escasísimo don de la casta, aunque ayer le cayó un borrón en su hoja de servicios ganaderos a la fiesta. Los seriesísimos bicornes, cuajados, badanudos y de rutilante estampa, arrancaron en ocasiones encendidas palmas de salida. Pero, ¡ay!, como adolecían de sangre brava, se repuchaban de los caballos y embestían con derrotonas cabezas, su más suave calificativo es el de marrajos especialistas en gañafones.Los componentes de la terna, que llegaron al coso rumiando torerías utópicas en búsqueda de ese bálsamo de Fierabras que es un triunfo en Madrid, se quedaron cual segadores sin cosecha, aunque jamás se rindieron a la evidencia de que la misión era imposible y pelearon con encomiable acaloro.

Palomo / Molinero, Perea, Gonçalves

Novillos de Palomo Linares, excelentemente presentados, mansos e inciertos. 1º, 2º y 3º, flojos.El Molinero: estocada (silencio); pinchazo y estocada caída (ovación). José Perea, de Madrid: nuevo en esta plaza: pinchazo sin soltar y estocada desprendida (silencio); pinchazo, estocada que asoma y estocada perpendicular -aviso- (silencio). José Luis Gonçalves: media desprendida (algunas palmas); pinchazo, estocada desprendida y estocada contraria -aviso- (palmas cuando le llevan a la enfermería). Fue atendido de un puntazo en escroto y testículos, de pronóstico reservado. Plaza de Las Ventas, 21 de marzo. Casi media entrada

El Molinero, más placeado y experto, fue el único que caló en la concurrencia al chanelar que la única forma de sacar agua de pozos tan secos era intentando enseñarles a embestir a base de marcar mucho el viaje y con la virtud añadida de la templanza. El milagro se produjo en el cuarto galafate por el pitón derecho, por el que hasta logró extraer varios aromáticos redondos muy largos y mandones, y no cuajó por el izquierdo.

Perea no se ciscó en ningún momento, llegando a bisbisear dibujos sueltos en los que corrió muy bien la mano. Sobre todo con el segundo morlaco, pues al otro no sabía por dónde meterle mano, algo que se entiende en un novel coletudo, pues seguramente muchos matadores figuras habrían pasado más fatigas.

Gonçalves arrumbó con el peor lote y echó un pequeño chafarrinón, sin importancia, a sus anteriores éxitos en esta plaza con su toreo puro, que ayer no cabía. Aún así, tuvo las agallas de aguantar herido en sus partes pudendas toda la faena del sexto. En el morlaco tercero, muy bien lidiado por su peón Luis Carlos Aranda, le sucedió algo tan comprensible como lo de Perea.

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