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Yeltsin asume directamente todas las riendas en Rusia hasta el referéndum del 25 de abril

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Borís Yeltsin, se jugó ayer el todo por el todo y, bajo la fórmula no constitucional de "régimen especial de dirección", se atribuyó poderes para convocar el 25 de abril una consulta en la que los ciudadanos decidan si confían o no en el presidente y su vicepresidente, Alexander Rutskói, y siquieren una nueva Constitución y una ley electoral para sustituir el Congreso de los Diputados Populares por un Parlamento de nuevo cuño.

La reacción negativa de los principales altos cargos del Estado fue fulminante anoche después de que Yeltsin anunciara sus intenciones en un mensaje retrasmitido por los dos canales centrales de televisión. En contra de Yeltsin se alinearon el mismo vicepresidente Rutskói, el presidente del Tribunal Constitucional, Valer¡ Zorkin, el secretario del Consejo de Estado, Yuri Skókov, y el Fiscal General, Valentín Stepankov.En tono combativo y duro, Yeltsin alegó que el futuro de la reforma está amenazado por un intento de restauración comunista, orquestado por ex funcionarios del aparato del Comité Central del Partido Comunista de la URSS, "cómodamente instalados en las estructuras del Soviet Supremo". "Se han eliminado los últimos obstáculos hacia la dictadura del Congreso y de los sóviets", dijo, refiriéndose al VIII Congreso de los Diputados Populares de Rusia que, la semana pasada, recortó las competencias presidenciales y que, según Yeltsin, puso en marcha "el mecanismo de un golpe de Estado anticonstitucional".

Yeltsin dijo haber firmado ayer un decreto sobre " el régimen especial de dirección hasta que se supere la crisis de poder", una fórmula con la que trata de esquivar "el estado de excepción", que exige el visto bueno del Parlamento, y el "régimen presidencia]", que no existe en la legislación rusa.

"La fuerza y la sangre"

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El presidente no sacó los carros de combate a la calle, y aseguró haber dado orden al ministerio de Defensa para que no permitiera "el uso del Ejército con fines políticos".

Rutskói, quien asistió ayer a una reunión de emergencia del Presídium del Sóviet Supremo, aseguró no haber aprobado el mensaje presidencial y haber enviado una carta a Yeltsin. En ella, advertía que "el decreto conducirá a la división del Estado y de la sociedad, vendrá luego el uso de la fuerza, y después de la fuerza, la sangre".

Rutskói, que se perfila como el hombre fuerte del momento, exhortó a la calma y a no tomar decisiones precipitadas. A su juicio, habría que "procesar" a los radicales que impulsan al presidente a adoptar acciones anticonstitucionales.

Por su parte, Valeri Zorkin, otro de los asistentes a la reunión del presídium, calificó las iniciativas de Yeltsin como "intento de Golpe de Estado". Al líder ruso, sin embargo, no parece preocuparle la opinión del magistrado, que en diciembre de 1992 fue crucial para conseguir un compromiso entre el jefe del Ejecutivo y el del Legislativo, Ruslán Jasbulátov. "No hay nadie que pueda pararlos (al Congreso y al Sóviet Supremo), no hay nadie que pueda detener la arbitrariedad",- dijo Yeltsin con dramatismo. "El Tribunal Constitucional no ha adoptado hasta ahora una posición de principios en- esta situación crítica", continuó Yeltsin. "La destrucción de las bases del régimen constitucional ocurre impunemente ante sus ojos", sentenció el presidente.

Sesión extraordinaria

El Soviet Supremo se reune hoy en sesión extraordinaria dedicada a debatir "medidas de mantenimiento del régimen constitucional en la Federación Rusa", entre las que puede comenzar el proceso de cese legal de Yeltsin.

Jasbulátov llegó anoche a Alma-Ata, la capital de Kazajastán, que era una de sus escalas en un periplo emprendido este fin de semana por las capitales de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). El presidente acusó ayer a Jasbulátov de haber exhortado a la "restauración" de la URSS durante la clausura del Congreso, un foro de la "Ideología imperial" que puede "arrastrar a Rusia a conflictos armados" con todos los países de la CEI.

Yeltsin trató de evitar al máximo el conflicto directo con puntos concretos de la Constitución rusa y no disolvió el Congreso y el Soviet Supremo, que pueden continuar funcionando hasta que se celebren nuevas elecciones. Según Yeltsin, el decreto presidencial "invalida jurídicamente" cualquier decisión de los órganos y cargos, que pretendan abolir o congelar los decretos y disposiciones del presidente y el Gobierno. Este postulado entra en conflicto directo con un punto de la Constitución que da al Parlamento la posibilidad de ejercer ininterrumpidamente el derecho de veto sobre los decretos del presidente.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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