Torear a placer
Jandilla / Carrión, Rivera, Barrera
Novillos de Jandilla, terciaditos, muy flojos, encastados y nobles. Manolo Carrión: oreja en ambos; salió a hombros. Francisco Rivera Ordóñez: petición y vuelta; oreja. Vicente Barrera: oreja; aviso y ovación. Plaza de Valencia, 20 de marzo (mafiana). Dos tercios de entrada.
Los jóvenes espadas torearon a placer, con aquellos jandillitas que les prepararon para triunfar. Los cría Borja Domecq y salen con cuerpecillo cortejano, astas brochas, castita noble, dulzura al embestir. El toro artista, en fin, que quiere otro Domecq, llamado Juan Pedro, proveedor de esta peculiar casta a las ganaderías con vocación comercial.Los taurinos opinan que esto es lo conviente a los novilleros, para incentivar su Ilusión. Seguramente se trata de una verdad, pero no absoluta. Pues hay otra, y es que estas circunstancias favorables pueden generar falsas expectativas.
Manolo Carrión, novillero bien enseñado, aplicó al primer novillo un rico repertorio de suertes, mientras su tenaz faena al cuarto resultó poco templada. Francisco Rivera ensayaba el toreo ortodoxo, aunque aceleraba su ejecución, excepto en unos estupendos naturales al quinto.
Para naturales de calidad, sin embargo, los que instrumentó Vicente Barrera. Dio dos tandas con tal apostura, cadencia y ligazón, que habrán de permanecer indelebles en la memoria de los aficionados. Tantico amanoletado el torero, mando, temple y gusto se armonizaban en la recreación del pase natural, dando de esta suerte una versión deslumbrante.
Personalidad y aplomo constituyeron otras características de Vicente Barrera, y junto a ellas, los errores propios de principiantes. Su primera faena fue bonita, mientras malogró la segunda por ahogar la embestida. Probablemente haya torero bueno aquí. Pero esa medida sólo la podrá dar con el novillo entero y verdadero.
Babelia
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