Novedades de la Orquesta Nacional

El puente de San José lo han dedicado la orquesta y coro nacionales a un repertorio inhabitual: un estreno madrileño de Sardá, el Concierto en re, de Castelnuovo-Tedesco (por error se decía en el programa que era estreno en España) y la Sinfonía primavera, de Britten, ésta sí "nueva en la plaza". Todo ello dirigido por el británico David Parry, el conductor de la ópera Jenufa el pasado mes de febrero.Albert Sardá (Barcelona, 1943) escribió Kouroi (Jóvenes) para el Festival de Alicante, por encargo del INAEM, y allí lo escuchamos en 1989. Es obra concebida de un solo impulso, con buena continuidad y arquitectura, nada beata en cuanto a tendencias y procedimientos y, en suma, libre, eficaz y comunicativa. El público recibió muy bien una versión tan responsable como la de Parry y la ONE.

Del brazo de Castelnouvo-Tedesco (Florencia, 1895-1968) volvió al ciclo de la Nacional el guitarrista Ernesto Vitetti (Rosario, Argentina, 1943). Es de los concertistas que se inclinan para ampliar levemente la leve voz del instrumento, con lo que su presencia es mayor y más justo el equilibrio frente a la resumida formación orquestal. Tocó muy bien y el éxito no se hizo esperar.

Elegancia

En fin, Benjamin Britten (Lowestoft, 1913-Aldeburgh, 1976), en su sinfonía dedicada a la primavera y, como dice el compositor, al hermoso puente que va del invierno a la estación cantada por Vivaldi, Schuman, Beethoven o Stravinski. Escrita para solistas vocales, coro mixto, coro de niños y orquesta, se trata de una sucesión, más articulada poética que musicalmente, de cantos sobre poetas ingleses del medievo y los siglos XV al XX (como Spenser, Nashe, Clare, Milton, Herrick, Voghan, Barnetield, Blake, Beaumont, Fletcher y Auden), tratados tanto en lo vocal como en lo instrumental con esa inteligencia y esa elegancia sustancial características del gran maestro del eclecticismo y dados a conocer en el Festival de Holanda en 1949, aunque la obra fuera encargo de la fundación americana Koussevitzki.La obra fue cantada con primor por la soprano de Liverpool Joan Rodgers, la mezzo dublinesa Patricia Bardon y el tenor yorquino Nigel Robson, así como por el Coro Nacional que dirige Adolfo Gutiérrez Viejo y la Escolanía del Recuerdo, de César Sánchez. No estamos ante una música trascendente, pero sí se trata de algo pleno de belleza radiante que se escucha con placer. Hubo largos aplausos para todos, y muy especialmente para el maestro Parry, dominador, sensible y expresivo.